lunes, agosto 21, 2006

Tu cara está en cada vagón (nostalgic post)

El automóvil sigue su curso, las calles desaparecen y la luz del semáforo enrojece, no llueve, pero hace frío, mucho. La reunión quedó atrás, el cansancio se hace sentir, y una vieja melodía se filtra en el recuerdo, un fade-in que no pregunta si es bienvenido.

Trato de respirar profundo, de recordar algún instante que complazca a la memoria, que me resguarde por un segundo del dolor que la circunstancia obliga.

Pisar y hundir la herida en el filo, desangrarme hasta el final de esta noche que no termina parece ser una opción amistosa.

Las luces indican que falta poco, que ya llego, que la luz se encenderá y la puerta va a mostrarme que los objetos siguen en el mismo lugar, que la lámpara enciende siempre del mismo modo, y que los recuerdos son los mismos si las semillas no cambian.

No decido escapar sino saltar la valla, hacer un esfuerzo más y ver el otro lado, pasar otro checkpoint de esta carrera con meta difusa pero con oponentes claros y obstinados.

Salgo despedido del auto y saludo, no quiero salir, cerrar la puerta ni pisar el asfalto, tampoco entrar: quiero suspenderme en el aire y quedarme horas allí, un instante donde el frío penetra por la nariz y se expande en los pulmones, invitándome cercanamente a la paz, a ese momento tan ansiado cuando los cercos se aproximan e indican que el tiempo escasea.

Llego a la puerta del departamento y se que soy yo quien la abre, pero no se quien será el que la cruce, si yo o el que se esconde, si yo o el que se atreve.

De pronto la recuerdo, aquella sonrisa que me daba lo que ni siquiera sabía que necesitaba, aquellos ojos de los que creí prescindir hace poco.

Pienso en los motivos, en las heridas que no cierran, en lo huecos que nadie llena, en las tardes en que me pierdo buscando lo que se que no se encuentra por donde voy, y la sucesión de imágenes converge en aquel rostro.

Y concluyo en que me duele, de alguna manera me duele no estar, no sentirme entero, aquella sonrisa le daba sentido a una búsqueda, hoy esa pregunta no tiene respuesta, ni rostro.

Y el dolor de hoy se opaca tras el vendaval, las esquirlas de ayer aún golpean, aún se clavan en mis manos al tratar de ver el peso que llevan encima, y el hoy es una dimensión múltiple, capas sobre capas, donde cada una se conecta con la otra, y en cada una me detengo un instante, y de a ratos, todas son una.

Que linda que sos, que linda que eras, y pensar que todo esto es porque no puedo olvidarte, porque soy un idiota de academia, porque no quiero sufrir mas de una vez y por lo mismo, porque no entiendo si hay algo que entender, porque te busco sabiendo que no estás, que hoy es tarde y hace frío, que los trenes han partido, y mirando el reloj de la estación, con la nostalgia de quien ansía un boleto, miro los vagones partir.