domingo, junio 08, 2008

Mi Querida Fantasma (laberinto mental-emocional)

Que yo diga lo ya mencionado. Que escoja nuevamente lo que ya hemos elegido (tu has elegido), que escuche lo que ya no tienes para decir, pues has olvidado el centro, ni hablar de las palabras, hoy no tienen resguardo en tu cabeza tan perdida (la de ayer).
Y tu cabeza es la mía, que de tan desorientada ya no entiende quien eres, o quién has sido.
Quieres emanciparte de mi alma, pues hazlo (si es que ya no lo has hecho), que la tarde aún es joven y tienes mucho tramo para recorrer, para desarmarte en la huida.
Que mas da que sigamos hablando, si alguna vez acaso nos entendimos, si realmente te has ido de algún lado, pues para escapar hay que haber estado, aunque mas no sea intentado estar.
Siempre han sido las telas de araña - tanto preguntas como respuestas -, aquella masa informe que nos ha alimentado los mejores sueños y que nos ha servido de resorte mágico ante tantas caídas no previstas.
Siempre ha sido esa maraña de juegos caóticos en los que nos vimos involucrados, creyéndonos ingenuos.
Y no tienes ganas, y es ayer, y prefieres rogar que el destino nos provea, o lo haga yo de algún modo incierto, quizá aceptando el final o mi derrota (todo es lucha de bandos).
Es preferible que te vayas, que me dejes solo de una buena vez, que elijas atormentar a otro con tus imágenes, con tus redes y tus paradojas, que mas que tuyas son mías, que mas que redes son paredes, que mas que paredes son agujeros negros.
Y me preguntas cada vez que te veo por qué lo hago, por qué evoco de esas formas tan ocultas a la consciencia tu nombre detrás de aparentes insignificancias, por qué tu nombre no se disuelve como lo ha hecho eso que alguna vez tuvo un nombre, circunstancial, estrictamente temporal pero cierto. Y de tan cierto era eterno, porque lo eterno no es lo que dura por siempre, sino lo que no se olvida.
Y en esas eternidades cotidianas nos perdíamos, dialogando de algún modo que de tan fluido se nos escapaba, debatiendo entre tiempos jamas sucedidos si era verdad lo que sucedía, y si la verdad tenía algo que ver con eso.
Hoy te digo adiós, aunque de lo eterno no podamos desprendernos.
Hoy te digo adiós, como una forma de creer en mí, y de este modo esta vez, decidir yo quién se va.