jueves, enero 24, 2008

Mi nombre no es el de ayer

Cual es tu nombre, de donde eres.
Y escuchas, respondes y lo más llamativo es que no hace falta mas, para qué.
Ciertas profundidades de forma son innecesarias, cuál es tu nombre, realmente no lo se.
Y ves un insecto junto a otro, y te replanteas la idea de simplicidad, y eso que era tan habitual en tu mundo de momento te parece realmente estúpido, aquel olvidado desprecio por la falta de pertenencia a un grupo, esa agresión subcutánea que las ciudades han impregnado en nosotros.
De pronto estás compartiendo un plato con extraños e idiomas diferentes, y te sientes tan a gusto como si hubieras nacido ahí, y un tambor y el ritmo vocal de capoeira impregnan esos oídos tan ávidos de sonidos nuevos, y los insectos lejanos comulgan con ese ritmo devastador de cualquier tensión, no puedes más que entregarte a la música, y los demás instrumentos siguen la danza. Capoeira.
Eres la cosa más grande, y lo tienes todo, sin tener nada, qué mas da, de momento nada hace falta.
El pescado mas sabroso de toda tu vida, los mejores amigos que pudiste tener por una noche de música y ninguna palabra de más, afuera hay noche, una selva enorme que se mezcla con esas estrellas que se esconden detrás del monte, y sabes que mañana será otro día.
Cual es tu nombre, y el hombre de ciudad que eres ya no sabe que responder, no sabes si eres el nombre que ese papel dice o si tendrás un nombre nuevo, el cual deberás ganar demostrando que puedes volver a la naturaleza, a un origen que has olvidado hace tiempo.
Y tus pies reconocen nuevos movimientos subiendo la ladera, tu cuerpo se reconoce sabiendo algo jamás ejercitado, como si fueras otro en esencia, un hombre ancestral, con un nombre de ciudad. Y te amarras de algunas ramas para no caer, con los reflejos dignos de aquel personaje de televisión, y ves más insectos que en una enciclopedia completa.
Vas olvidando tu nombre.
Comienzas a creer que estamos hecho de un barro distinto, que la ciudad nos ciega y nos hace ejercitar mucho menos de aquello que realmente podemos hacer, y ves que tus heridas no son tantas ni tan grandes, sigues vivo y con fuerzas, y el cielo va cobrando otro color aunque es el mismo de ayer.
Recuerdas al hombre en la luna, y piensas que aún no hemos conquistado la tierra.
Piensas de pronto en la naturaleza inexplicable de tantas cosas, tan antiguas y cercanas, que parecen tener un código que hemos olvidado por completo.
Y tu nombre carece de sentido, ya no tienes necesidad de nombrar las cosas, que más da, de momento nada hace falta.