martes, octubre 05, 2010

Ir

¿Vas hacia allí?
¿Vas?
Si vas, ¿Me llevas contigo?
Si me llevas, ¿Vamos juntos?
No me gusta ir solo si voy...
No me gusta quedarme si te vas...
No me gusta estar solo si vamos juntos.

¿Vamos para allí?
¿Vamos?
Si vamos, ¿Nos llevan con ustedes?
Si nos llevan, ¿Vamos juntos?
No nos gusta ir solos si vamos todos...
No nos gusta quedarnos si se van...
No nos gusta estar solos si vamos juntos.


¿Vamos todos hacia allí?

¿Si?

Published with Blogger-droid v1.6.2

jueves, septiembre 30, 2010

Mi super héroe preferido sabe hacer sandwiches

Es un perro, de pronto un asiento, una llave perdida o un vaso de agua, y le da lo mismo una cosa específica que el azar, lo estricto de una calle recta que la sinuosidad irregular de un camino en la selva: lo selvático en sus pasos se lleva bastante bien, todas las tardes entre los árboles de la plaza.
Saca una carta y de pronto aquella sonrisa del enemigo numero uno en el parque, es un rayo de luz: mi hermano querido.
Ahora sos un pescado, dice el mayor, él mira con la idolatría de esa época y le dice que "los pescados son aburridos", pero el mayor dice que la carta es un pez.
El pequeño mira la sonrisa del mayor, asiente con disgusto y abre la boca y la cierra emulando el movimiento de un pez.
El mayor ríe, le comenta que así no hacen los peces.
El pequeño también ríe y dice que "los pescados" hacen así porque son aburridos, el mayor lo señala y le dice que se parece al pez que vieron juntos en un dibujo animado en la television el dia anterior.
Los dos coinciden en eso, y comentan la situación que rodeaba al pez y a sus amigos de aventuras, ambos sentados en el balcón del departamento.
Es un pez, una lámpara, una pelusa debajo de la mesa o un tren a pilas, y no le da lo mismo, nada es igual sin la sonrisa cómplice del hermano mayor, sin el que consiguió la cartas de animales y cosas, sin el rey de las invenciones.
Era tarde y papá no llega, será que trabajó de más, y mamá que estaba en el hospital desde hacia varios meses, ¿Cómo estará?. Ahora hay un escarabajo con cuernito.
No se que ruido hacen esos, Cuando no sabés el ruido tenés que caminar como el bicho que sale en la carta, respondió el mayor.
El menor intentó caminar apoyando las manos en el suelo y estirando el cuello como si tratara de mirar al techo, Eso es una jirafa, dijo el mayor, no un escarabajo, ese bicho "es cara abajo", esta cerca del piso, abajo. Dijo esto último con una severidad académica, el pequeño repetía en voz baja "es cara, abajo", y ahora trataba de avanzar arrodillado y con los antebrazos apoyados en el suelo. Mirando hacia abajo como suponía que el insecto hacía.
Papá no llega, dijo el menor.
Ya tiene que llegar, dijo el más grande, hoy me prometió que nos traía unas revistas, ¡Que bueno! dijo el mas chico.
Un escarabajo, una cuchara y un espejo, se hace tarde y papá no llega.
Marcos tiene ocho años, el mismo que ahora esta en la cocina preparando dos sandwiches, ¿Con mayonesa o con mostaza?, le pregunta al menor, toma el sobre de mayonesa y dibuja un círculo sobre la feta de queso del sandwich.
Están sentados los dos a la mesa, con una botella de gaseosa, dos vasos, unas servilletas y dos sandwiches en un plato, en la televisión dos personajes animados discuten sobre el nombre de un pollito huérfano que no sabe hablar.
Ambos ríen, Jorge, el más pequeño dice que no tiene hambre, Marcos le recuerda lo que alguna vez le dijo su madre sobre la cena, y la fortaleza para el día siguiente.
Jorge muerde el sandwich con un dejo de tristeza, mira la televisión como mirando hacia un horizonte inexistente, Marcos se mira las pequeñas manos tomando lo que queda de su sandwich, le pide a Dios en silencio que su padre no llegue triste, porque cada vez que llega triste del trabajo se enoja y rompe algo.
Es casi medianoche, los niños están en sus pijamas, acostados en sus pequeñas camas y conversando sobre que tipo de super héroe quisiera ser cada uno.
Se escucha la puerta de entrada del departamento, unos pasos indecisos y una voz entre resquebrajada y lenta que insulta a la puerta, una silla sale despedida por la patada que el hombre que acaba de entrar le dio con la pierna derecha, silla de mierda, dice y se tira en el sillón y comienza a roncar a los pocos segundos, delante de la televisión apagada.
Papá volvió triste, dice Marcos.
Jorge llora despacio bajo las sábanas.

En la habitación de los chicos hay solo silencio. Ambos tratan de conciliar el sueño, Marcos sueña con tener poderes que le permitan volar y acabar con la injusticia del mundo, Jorge en cambio duerme con la tranquilidad de que su super héroe preferido esta cerca.

sábado, septiembre 11, 2010

martes, agosto 31, 2010

Ruiz y su arte

Era simplemente Ruiz, nadie conocía el nombre del tipo, siempre había sido hábil en las artes de hacerse el boludo, incluso cuando se murió tardaron en saberlo, era sumpremo en su arte, como él lo definía: si la vas de logi es mas fácil.
Ruiz era un tipo de esos que ya no hay.
Hablaba hasta por los codos, a veces era necesario inventar algo para que se calle, el fallecimiento de un pariente de los presentes o un accidente trágico de algún amigo inexistente, el único modo posible.
Era abogado el tipo, un Señor para algunos, para otros era un chanta, y para nosotros era Ruiz, fuera de toda clasificación, sabia más chistes que los cómicos de la época, y no era poca cosa. Chamullaba en cinco idiomas y nunca nadie supo cómo y donde había aprendido, le conocían algunos fatos gringos, pero no era una cosa en la que Ruiz tuviera constancia, le huía a las porteñas que tenían instinto de madre como a la yuta, decía que una mujer es realmente mujer cuando sabe que no va a despertar en los brazos de uno, pero todos sabemos que hubo una percanta que le movió el piso, y que bien el boludo se hizo, siguiendo fiel a su ley.
El billar ya no es el mismo, no tenemos que inventar nada, nadie habla demasiado, la policía ya no pregunta por él noche por medio - algunos sospechan que los cobanis tuvieron algo que ver en la muerte de Ruiz, pero nadie tiene un dato cierto - y la mina que aparecía todos los jueves, ahora parece que anda atrás de un quía con mucha teca, esa si que la sabe lunga...
La puta que te parió Ruiz, ¿Donde mierda te fuiste?, no era tu tiempo, cagón. Y si, que querés, se lo extraña al hijo de puta, era insoportable, pero era un tipo de los que no hay, ¿te dije, no?. Una vez se apareció con un descapotable importado, decía que era de un primo, nadie le creyó por supuesto, todos sabíamos que era un batacazo de algun negocio con los polacos, él no soltaba la lengua, si le preguntabas te trataba de botón, pero se veía, habia unas pintas sospechosas que cada tanto preguntaban por él en el billar, y cuando él estaba se quedaban chamullando en la lleca.
En la oficina no estaba jamás, comentan que habia un teléfono y una secretaria que era mas yiro que secretaria, que apenas sabía escribir. Ruiz iba a la oficina dos veces por semana a ver quien había llamado y según él a organizar algunos casos, pero viste, Ruiz laburaba mas en la lleca y en el billar que ahi arriba en ese agujero, una sola vez fui a ver si estaba, cuando no había aparecido por varios dias, la secretaria dijo que estaba en Uruguay, no había avisado a nadie el quía.
Era así pibe, hablaba de una mística profesional, para nosotros era mitad boga y mitad matufiero, pero eso si, simpático, siempre tenía la palabra justa para que estallara una carcajada, un tipazo, viste.
Nadie le creyó al cobani cuando dió la noticia, pensamos que era otra joda de Ruiz, que le había pagado al tira para que nos chamulle, pero no, el quía habia espichado nomás, que la yuta, que el yiro estaba cuando le dispararon, que había sido un atorrante que le debía una moneda, incluso los polacos fueron al velorio, ¿Podes creer?
Toda los tránsfugas del bajo en el velorio de Ruiz, parecía el patio de una cárcel mas que una casa de velorios, raro, como Ruiz mismo, raro pero pintorezco, viste.
¿Tenés fuego pibe?, gracias.
Si, ya se que era tu viejo, y un gomía de los que no hay, por eso me dió esto para vos, que la cuides y no hagas lo que él hizo, que gastes con sabiduría y sin barullo, pero que siempre puedas reir, eso me batió la vez que me miró raro viste, "si me pasa algo" dijo, yo me reí, pero hablaba en serio nomás, acá tenés.

El joven se va del billar con las mínimas instrucciones de la caja de seguridad, dobla en corrientes y camina en sentido del bajo, una vez en el banco descubrirá que Ruiz si algo supo toda la vida, es hacerse bien el boludo.

sábado, julio 31, 2010

Pelotudos aquí y allá


- La verdad es que estoy algo cansado de esta gente, de sus palabras, de su falta de respeto por los demás.
- A vos no te hacen nada.
- Si, lastiman, hieren con su pelotudez constante.
- ¿Te parece?
- No me parece, estoy seguro, estamos rodeados de pelotudos.
- Pelotudos abundan, en todos lados.
- ¡Pero no puede ser, a cada paso un nabo que dice idioteces, que te muestra lo complicado de su vida, y va por ahí repartiendo giladas!
- Bueno che, cada uno vive como puede ¿No?
- Si, como puede, miranos a nosotros, como podemos, por culpa de esos hijos de puta.
- Pero es otro clan, el de los hijos de puta, es otro tipo de gente, esos se valen de los pelotudos, hasta les hacen creer que son menos pelotudos de lo que realmente son.
- Pelotudos inconscientes de su pelotudez, bingo, traeme un cuchillo oxidado que me mato acá nomas.
- No seas gil, pelotudos hay de sobra, pero la gente piola los opaca, por suerte.
- ¿Hace cuanto que no conocés a alguien piola?, sos un poco optimista...
- No recuerdo, últimamente me cruzo mucho pelotudo...
- ¿Viste?, están por todos lados, son una lacra, una manga de zombies que se comen nuestros cerebros.
- Pará un cacho, el cerebro no te lo come nadie si vos no querés.
- ¿Estás seguro? Un pelotudo cuando subís al bondi, otro pelotudo que te clava un paquete de lo que mierda sea que venda cuando estas por dormir luego de haber esperado mil horas por un asiento, la pelotuda que me vende los cositos esos del subte y me dice “no tengo cambio” con una voz que da ganas de cagarla a trompadas. Y el pelotudo del seguridad de la fábrica que saluda como si fuera mi amigo, y siempre comenta el número que salió en la quiniela.
- Como si te interesara. ¿No?.
- Exacto. ¡ A quien le interesa la puta quiniela, pedazo de boludo, ojalá un día gane asi se va y nos deja de joder un poco con su vicio!.
- Parece que no lo queres mucho...
- Es un pelotudo importante, no tiene cura, hay gente que no zafa de eso, mueren pelotudos.
- Che, ¿Pedimos la cuenta?
- Dale, que tengo que ver al psiquiatra, en la última sesión me dijo que tengo que manejar mi bronca, encontrar un ángulo distinto, ver las cosas buenas de mi vida, y me cambió las pastillas otra vez.
- ¡Epa!. ¿No serán como esas que te tenían redopado, no?
- Espero que no, sino le incendio el consultorio al muy hijo de puta.
- Parece que ya te hizo efecto la última sesión.
- ¿Por?
- La última vez que nos vimos me dijiste que tu psiquiatra era un pelotudo.

El bar sigue el curso de una tarde más en una ciudad llena de gente, de vaivenes y palabras, de lluvia y tardes de sol, de dormidos y despiertos, de insensatos y extremistas. Y cada tanto, entre tanto ruido, hay algunos que se sientan a la mesa de un bar, se encuentran y desencuentran cafés de por medio, entre esperanzas, sobres de azúcar e insatisfacción, para luego salir, despedirse y perderse en el enjambre habitual, siguiendo los propios caminos de vuelta a casa.

miércoles, mayo 12, 2010

Siendo de la única manera posible

La puerta se abre, un hombre saluda, o saludaba, el niño ya no recuerda ni quiere hacerlo, lo saluda con un gesto habitual mirándolo de reojo y sigue colocando pequeñas porciones de alimento en la pecera que oficia de hogar para el pequeño roedor dentro. Soy un hamster, soy un hamster, se repite insistentemente sin hablar, sin mover los labios ni apenas hacer ruido con la respiración.
Hola pequeñito, el hamster se sube a la rueda.
Mamá viene tarde hoy, dice mientras acaricia al roedor.
El hombre en la cocina no responde, se escucha el ruido de una lata abriéndose, se acerca al living donde está el niño, querés, pregunta el hombre ofreciendo su lata de cerveza, no tomo alcohol, dice el pequeño, mamá no me deja.
Acá no esta tu mamá, dice el hombre mientras se sienta en un sillón descolorido y con partes gastadas, podés tomar tranquilo.
Soy un hamster, sos un hamster, somos una familia de hamsters.
No, gracias, dice el pequeño mientras mira con detenimiento al hamster que se cansó de dar vueltas en la rueda y roe un poco el alimento en la pecera.
El hombre apoya la lata sobre una pequeña mesa con algunas revistas abiertas y restos de comida.
Tomá, podes encenderlo, alguna vez vas a tener que hacerte hombre che, dice, extendiendo el brazo derecho. El niño mira con cara de hamster al hombre que le ofrece un cigarrillo, al hombre que acaba de entrar en la casa, que nunca entró en la vida del niño porque no le corresponde, porque no quiso, porque no le importa, porque esta noche el alcohol es gratis y mamá no está: porque es simplemente un hijo de puta.
El niño vuelve el rostro hacia la pecera, Hola pequeño, ¿vas a comer todo?: el hamster descansa con los ojos abiertos, mueve un poco la nariz.
La televisión muestra un anuncio donde dos niños sonríen junto a quienes suponen ser los padres, también sonrientes, rodeados del logo de la marca del cereal que se publicita. El recuerda haber comido de la misma marca de cereales por la mañana, mientras su madre dormía, cansada mil veces.
Junto con el cereal un pequeño papel en la mesa de la cocina, un dibujo de una cara feliz y un “te quiero” con la firma de mamá.
Y una puerta que se abre y una mañana que recuerda que la escuela esta a unas pocas cuadras, que los compañeros de la escuela volverán a criticar su delantal arrugado y algo sucio, que dirán cosas sobre su madre, que sabe ciertas, que sabe inciertas, que no quiere que sean.
En la escuela la maestra comenta los hábitos de algunas especies que se comen a las crías. El mira a través de la ventana hacia un cielo que no comprende, mientras la maestra sigue hablando.

Soy un hamster, sos un hamster, somos una familia de hamsters.

lunes, mayo 03, 2010

Duele en amarillo

- ¿Te duele?
- Un poco.
- ¿Que color duele?
- Amarillo, siempre duele en amarillo.
- ¿Te parece que vas a estar mucho tiempo?
- No creo, es tarde para pasear canguros, pero me gustaría mucho.
- Me parece que el dolor te hace decir cualquier cosa.
- Puede ser, ahora una serpiente me muerde la pierna derecha.
- Son fantasmas habitualmente, no le des importancia.
- También hay un hamster, caminando sobre mi pierna izquierda, me mira mal.
- Hay que tener cuidado con el, es el peor de todos.
- Se fué el dolor.
- No te engañes, a veces uno se acostumbra nomás.
- Es verdad, ahora duele de nuevo.
- ¿Que color duele ahora?
- Duele en verde, es raro.
- No tanto, pocas veces pasa que duele en verde, es en casos especiales como el tuyo.
- ¿Que tengo de raro?
- Aceptaste venir sin preguntar.
- Mire Ud.
- Ya casi termina.
- Se fue la serpiente, pero el hamster está lastimándome el ojo derecho.
- Te avisé, es el peor.
- Pero con las manos atadas no puedo hacer nada.
- Yo tampoco, no estoy acá.
- Creo que estoy perdido.
- Hace rato.
- ¿Queda algo por hacer?
- No. De hecho me despido de vos, ah, el hamster se llama igual que vos.
- Que casualidad.
- Si, como la jeringa en tu brazo, casualidad...
- El dolor se fue.
- Ahora si, es verdad.

El sol apagaba la tarde lentamente, una rata mordía el brazo tendido en el suelo, el brazo del cuerpo que miraba al techo sin mirar, momentos antes de que la puerta se abriera y llegaran los amigos y se soprendieran sin sorprenderse de que todo el dolor de él se había esfumado, con el último shot...

viernes, abril 02, 2010

Si un ave se va (Parte I)

No debes llorar.
El coro se escucha como dentro de una lata, como dentro de un cuarto cerrado, y afuera él. Nada es como ayer, ya más nada es igual, ya la tierra te ha olvidado maldito imbécil, se dice a sí mismo.
Mira a lo lejos la iglesia, en una lejanía insondable, solo unos metros lo separan de la gran construcción, de las cruces soberbias y la solemnidad de esos ladrillos que veneran a un dios sin saberlo, que fueron parte de una tierra que no se mueve más, que escucha el lamento y las culpas de los fieles. Pero no de él, que no quiere, que no acepta, que huye a eso que cree tan ajeno, tan ridículo.
Fuma sentado en el cordón de la vereda, mira aquí y allá sin mayor interés, talvez siga los saltos erráticos de algún pájaro pequeño jugando en las ramas de un árbol, y talvez recuerde aquellos viejos pájaros en el parque grande, donde solían jugar juntos. “Estos pájaros son mis amigos”, le dijo una vez mientras un ave pequeña se alimentaba con unas migajas que había tirado al suelo. Ella tenía los ojos mas hermosos que el hubiera conocido y fuera a conocer jamás, claros, ni celestes ni verdes, un intermedio exacto, como los del hijo: “este pajarito es mi mejor amigo” dijo cuando nació y apenas podía mirar a los demás. Pero en la nursery fue fácil reconocerlo, al hijo único de la hermana, esos pequeños ojos ni celestes ni grises, como los de ella, "mi ave preferida".
Los amigos le preguntaban siempre, en broma y en serio, como era que su hermana era tan hermosa y él era tan lejano a esa belleza. No sabía otra que cosa que adjudicarle eso a la aleatoriedad de la naturaleza, al balance entre lo bello y lo feo, que a él le había tocado lo segundo.
Estaré siempre contigo.
Sofía no era creyente, al menos no demostraba un dogmatismo de relevancia, creía en un dios muy particular, gustaba de las cosas que los demás consideraban simples: “sino las aves no tendrían sentido de ser, el equilibrio entre ellas y lo demás tiene alguna razón mas allá de nosotros, mira, son tan hermosas”. Y él recordaba esa tarde como el único día de aquel verano, en que Sofía conoció al que años después seria el marido y padre de su hijo: el “pequeño pájaro de ojos claros”, según la nominación arbitraria de él, el tío mas feliz del universo.
Sofia había crecido, se hizo tan hermosa como nadie pudo haberlo previsto, le ofrecieron las actividades mas diversas asociadas a la belleza que ostentaba, y desechó a todas y cada una de las propuestas: quizo pintar.
Y eso hizo, cada día mas hermosa, cada cuadro mas perfecto, mientras él juntaba canas y una vida dedicada a la empresa familiar de antigüedades.
La vida es una mierda, piensa él con el cigarrillo a punto de agotarse, con un sol que indica que la noche está mas cerca, y que el funeral está por terminar. Se contiene de llorar, apoya los dedos indice en el comienzo de su nariz, cierra los ojos y frunce el ceño.
Juan -que hoy tiene diez años- se le acerca y le dice algo. El lo mira con los ojos rojizos y húmedos de lágrimas, “Tu madre era el ave mas hermosa, ¿sabías?”.
Mamá siempre me dijo que si algo le pasara podría contar con “el pájaro mas bueno que existe”, dijo el hijo Sofía. Yo pensé que me hablaba de algún cuento, pero en el hospital me dijo que ese pájaro eras tú, finalizó.
Se miraron, se fundieron en un abrazo y él lloró.
Mi pájaro protector, siempre estarás conmigo.

lunes, febrero 01, 2010

Es que luna ha salido y tu puta cara esta allí (Oda prosaica de un hombre que no sabe olvidar y culpa a la pobre luna )

De noche se ve mas claro, los insectos son mas ruidosos, el viento tiene una textura diferente, y tu recuerdo pesa un poco menos.

Los días que separan al pasado de esta tarde han sido varios, han sido hastío y llanto en vano, han sido sangre derramada, vino, y un poco de pan.

Es que no me lo creo, no acepto que me hayas dejado como a un infeliz, dueño solo de deudas y fracasos, anhelante eterno de tu amor, si, del tuyo, puta.

Es que la vida muestra la cara mas rugosa, quizá no te merecía y lo mejor para ti era estar lejos de éste desparpajo que te ha llorado tantas veces, y tú, en el limbo indescriptible quizá con alguien, o sola, recordando los peces del mar turquesa o aquellos atardeceres junto a la montaña, ah si, pero seguro evitando mis viejas palabras, que para qué, que para quién, que para nadie....

¡Oh viento mío!, hazme un poco de espacio para poder volar un momento, para desanudarme del ancla que me ata a su sonrisa, para sentir de pronto que puedo vivir sin ella y de pronto, descubrir que soy un alma que tiene para dar mucho más de lo que ha dado con tanta sinceridad, que no te he mentido jamás y lo sabes, que he escuchado hasta que el sol nos avisaba que era demasiado tarde para dormir, y así he llegado hasta aquí, despierto desde aquellos días, hundido en tus brazos y tú en los míos.

No hay Málaga que me arregle, ni Barcelona que pueda hacerme olvidar tu cara, y por ridículo que parezca no hay libro que no tenga un personaje que se parezca a tí, y desde la página menos pensada me diga que de algún modo me ama. Odio la literatura y todas estas provincias de mierda.

¡Oh noche mía!, hazme un lugar en los espacios que iluminan el camino, para poder obviar las huellas que están marcadas a fuego en el suelo, que son las de ella y las mías, que son los pies mezclados, los árboles testigos de esta locura que no tiene fin, una luna maldita que no puedo apagar, y que recuerda de un modo trágico, que hoy ella no está.

¡Oh dueña de la noche, si escuchas el lamento de este pobre hombre que solo pide que el recuerdo desaparezca!, haz que deje de amarte, o que el tiempo desaparezca y pueda renacer en un pez, o en un insecto nocturno que espíe a los enamorados y a sus promesas, bajo la luz de la maldita luna.