lunes, febrero 01, 2010

Es que luna ha salido y tu puta cara esta allí (Oda prosaica de un hombre que no sabe olvidar y culpa a la pobre luna )

De noche se ve mas claro, los insectos son mas ruidosos, el viento tiene una textura diferente, y tu recuerdo pesa un poco menos.

Los días que separan al pasado de esta tarde han sido varios, han sido hastío y llanto en vano, han sido sangre derramada, vino, y un poco de pan.

Es que no me lo creo, no acepto que me hayas dejado como a un infeliz, dueño solo de deudas y fracasos, anhelante eterno de tu amor, si, del tuyo, puta.

Es que la vida muestra la cara mas rugosa, quizá no te merecía y lo mejor para ti era estar lejos de éste desparpajo que te ha llorado tantas veces, y tú, en el limbo indescriptible quizá con alguien, o sola, recordando los peces del mar turquesa o aquellos atardeceres junto a la montaña, ah si, pero seguro evitando mis viejas palabras, que para qué, que para quién, que para nadie....

¡Oh viento mío!, hazme un poco de espacio para poder volar un momento, para desanudarme del ancla que me ata a su sonrisa, para sentir de pronto que puedo vivir sin ella y de pronto, descubrir que soy un alma que tiene para dar mucho más de lo que ha dado con tanta sinceridad, que no te he mentido jamás y lo sabes, que he escuchado hasta que el sol nos avisaba que era demasiado tarde para dormir, y así he llegado hasta aquí, despierto desde aquellos días, hundido en tus brazos y tú en los míos.

No hay Málaga que me arregle, ni Barcelona que pueda hacerme olvidar tu cara, y por ridículo que parezca no hay libro que no tenga un personaje que se parezca a tí, y desde la página menos pensada me diga que de algún modo me ama. Odio la literatura y todas estas provincias de mierda.

¡Oh noche mía!, hazme un lugar en los espacios que iluminan el camino, para poder obviar las huellas que están marcadas a fuego en el suelo, que son las de ella y las mías, que son los pies mezclados, los árboles testigos de esta locura que no tiene fin, una luna maldita que no puedo apagar, y que recuerda de un modo trágico, que hoy ella no está.

¡Oh dueña de la noche, si escuchas el lamento de este pobre hombre que solo pide que el recuerdo desaparezca!, haz que deje de amarte, o que el tiempo desaparezca y pueda renacer en un pez, o en un insecto nocturno que espíe a los enamorados y a sus promesas, bajo la luz de la maldita luna.