miércoles, mayo 12, 2010

Siendo de la única manera posible

La puerta se abre, un hombre saluda, o saludaba, el niño ya no recuerda ni quiere hacerlo, lo saluda con un gesto habitual mirándolo de reojo y sigue colocando pequeñas porciones de alimento en la pecera que oficia de hogar para el pequeño roedor dentro. Soy un hamster, soy un hamster, se repite insistentemente sin hablar, sin mover los labios ni apenas hacer ruido con la respiración.
Hola pequeñito, el hamster se sube a la rueda.
Mamá viene tarde hoy, dice mientras acaricia al roedor.
El hombre en la cocina no responde, se escucha el ruido de una lata abriéndose, se acerca al living donde está el niño, querés, pregunta el hombre ofreciendo su lata de cerveza, no tomo alcohol, dice el pequeño, mamá no me deja.
Acá no esta tu mamá, dice el hombre mientras se sienta en un sillón descolorido y con partes gastadas, podés tomar tranquilo.
Soy un hamster, sos un hamster, somos una familia de hamsters.
No, gracias, dice el pequeño mientras mira con detenimiento al hamster que se cansó de dar vueltas en la rueda y roe un poco el alimento en la pecera.
El hombre apoya la lata sobre una pequeña mesa con algunas revistas abiertas y restos de comida.
Tomá, podes encenderlo, alguna vez vas a tener que hacerte hombre che, dice, extendiendo el brazo derecho. El niño mira con cara de hamster al hombre que le ofrece un cigarrillo, al hombre que acaba de entrar en la casa, que nunca entró en la vida del niño porque no le corresponde, porque no quiso, porque no le importa, porque esta noche el alcohol es gratis y mamá no está: porque es simplemente un hijo de puta.
El niño vuelve el rostro hacia la pecera, Hola pequeño, ¿vas a comer todo?: el hamster descansa con los ojos abiertos, mueve un poco la nariz.
La televisión muestra un anuncio donde dos niños sonríen junto a quienes suponen ser los padres, también sonrientes, rodeados del logo de la marca del cereal que se publicita. El recuerda haber comido de la misma marca de cereales por la mañana, mientras su madre dormía, cansada mil veces.
Junto con el cereal un pequeño papel en la mesa de la cocina, un dibujo de una cara feliz y un “te quiero” con la firma de mamá.
Y una puerta que se abre y una mañana que recuerda que la escuela esta a unas pocas cuadras, que los compañeros de la escuela volverán a criticar su delantal arrugado y algo sucio, que dirán cosas sobre su madre, que sabe ciertas, que sabe inciertas, que no quiere que sean.
En la escuela la maestra comenta los hábitos de algunas especies que se comen a las crías. El mira a través de la ventana hacia un cielo que no comprende, mientras la maestra sigue hablando.

Soy un hamster, sos un hamster, somos una familia de hamsters.

lunes, mayo 03, 2010

Duele en amarillo

- ¿Te duele?
- Un poco.
- ¿Que color duele?
- Amarillo, siempre duele en amarillo.
- ¿Te parece que vas a estar mucho tiempo?
- No creo, es tarde para pasear canguros, pero me gustaría mucho.
- Me parece que el dolor te hace decir cualquier cosa.
- Puede ser, ahora una serpiente me muerde la pierna derecha.
- Son fantasmas habitualmente, no le des importancia.
- También hay un hamster, caminando sobre mi pierna izquierda, me mira mal.
- Hay que tener cuidado con el, es el peor de todos.
- Se fué el dolor.
- No te engañes, a veces uno se acostumbra nomás.
- Es verdad, ahora duele de nuevo.
- ¿Que color duele ahora?
- Duele en verde, es raro.
- No tanto, pocas veces pasa que duele en verde, es en casos especiales como el tuyo.
- ¿Que tengo de raro?
- Aceptaste venir sin preguntar.
- Mire Ud.
- Ya casi termina.
- Se fue la serpiente, pero el hamster está lastimándome el ojo derecho.
- Te avisé, es el peor.
- Pero con las manos atadas no puedo hacer nada.
- Yo tampoco, no estoy acá.
- Creo que estoy perdido.
- Hace rato.
- ¿Queda algo por hacer?
- No. De hecho me despido de vos, ah, el hamster se llama igual que vos.
- Que casualidad.
- Si, como la jeringa en tu brazo, casualidad...
- El dolor se fue.
- Ahora si, es verdad.

El sol apagaba la tarde lentamente, una rata mordía el brazo tendido en el suelo, el brazo del cuerpo que miraba al techo sin mirar, momentos antes de que la puerta se abriera y llegaran los amigos y se soprendieran sin sorprenderse de que todo el dolor de él se había esfumado, con el último shot...