viernes, diciembre 25, 2009

Soul Brother

Cada negra y cada corchea te recuerdan, y resuenan en mis oidos.

Cada brisa que se pierde dice tu nombre, por eso le escapo al viento, porque seria mucho extrañar, mucho querer estar en otra dimensión posible de esta vida, haciendo un rewind hasta el dia en que naciste, y asi jugar con vos el doble , abrazarte el doble, decirte cuanto te quiero tantas veces hasta que te canses y quizá preguntes por qué y yo te diría que porque si, porque sos una persona hermosa. Y sería un poco mas amigo que hermano, un poco mas compinche y menos padre, sería todo eso que no fui y como aún no se inventó la máquina del tiempo, no puedo corregir.

Quisiera darte la felicidad que te quitaron muchas veces, protegerte de la locura que te alimentó tanto tiempo, quisiera saber que donde sea que estés te encontrás mejor que en este mundo loco, que donde sea que existas, te rias de estas palabras y del dolor de los que aca quedamos.

Quisiera no querer, quisiera retorcer las agujas del reloj hasta que sangren y me devuelvan las horas que no supe aprovechar con vos, y cada segundo valdría por mil, cada sonrisa tuya le cambiaría el sentido a mi vida y me haría saber que volver en el tiempo fue atinado.

Quisiera saber que estoy siendo digno del tiempo que me toca, de las horas sin vos, del tiempo que no pudiste aprovechar de este mundo.

Quisiera saber, que si en algún momento voy a abandonar este mundo, como todos lo hacemos alguna vez, voy a verte de nuevo y encontrarme con aquella sonrisa, con esa inocencia que jamás vas a perder y que tanto extraño.

A veces pregunto porqué,como si algunas cosas tuvieran una razón, y nadie responde, y a veces me respondo tantas cosas que no tengo tiempo para oírlas...

Quisiera abrazarte como cuando eras chico, y con una sonrisa dejabas ver que tu mundo al menos en ese instante, era perfecto.

jueves, diciembre 24, 2009

Un saludo de navidad

Hay gente que desea lo mejor, prosperidad, alegría, el júbilo y la bienaventuranza de la navidad que el catolicismo (en particular) y los mass-media reparten a diestra y siniestra.

En estas fiestas, como en tantas que han pasado bajo el puente -como el agua y la sangre que también viajan por allí – se me ocurre que los deseos son poco naturales, poco objetivos y hasta obscenos.

Por qué digo esto, creo que un ejemplo puede ayudar a comprender el enfoque presente: un amigo me dijo una vez “¿Sabés que le pasa a mucha gente de la facultad?: nunca los cagaron a trompadas”. Asentí aquella frase como una verdad inconmovible, sin dejar de reírme por lo original y sintética que me resultaba. Y cada vez que escucho a algunas personas quejarse o acusar a los demás de supuestas mediocridades, falencias vergonzosas o adjudicarse la verdad como si fueran un oráculo, viene a mi cabeza la frase mencionada.

Creo que hay personas que por la vida que han tenido, carecen de experiencias que les hayan forjado una perspectiva amplia de las cosas (la familia, la realidad de sus amigos, el tipo de comida para la pecera, etc), y las invade el prejuicio, egoísmos ridículos o un grado de soberbia impresentable. Por supuesto que hay también de esas personas que no se guardan ninguna idea, y vociferan cual aspersor, contaminando diálogos razonables, demostrando una gran incapacidad para revisar las propias palabras y ganándose el odio de muchos.

A donde voy con esto: hay gente que necesitaría pasarla mal para corregir sus actitudes, para darse cuenta que parte de su infelicidad radica en la forma en que se comunica con las personas que la rodean. Digamos que en esto habría una fuerte relación con el concepto psiconalítico de repetición, ese dar vueltas hasta ver algo de luz y cambiar de rumbo, cansarnos de sufrir al pasar por el mismo lugar varias veces.

Podría decirse que es un hecho que hay gente que necesita vivir ciertas experiencias para revertir sus síntomas y darse cuenta de sus falencias más terribles, para en algún punto ser un poco mejores hacia adentro y hacia afuera.

Esto que digo un poco se contradice con los deseos estándar de felicidad y prosperidad que están en la punta de la lengua de todos en épocas navideñas. Pero a fines de ser sincero conmigo, debo reiterar que en esos deseos suele haber un alto grado de inocencia, ingenuidad o falta de compromiso (Desear algo bueno presupondría cierto interés sobre el destinatario de las bondades).

Hay gente que necesita -en términos de las palabras de mi amigo- ser víctimas de algún tipo de feedback constructivo y correctivo, como consecuencias de sus actos. De este modo cada persona que corrija las formas que la hacen infeliz, y en algunos casos a los demás también, sería por consecuencia directa un poco más feliz y propagaría el cambio hacia los demás.

Es por esto que mis deseos son muy particulares, y deseo para quienes necesiten cambiar, un año de dificultades, de contratiempos que los hagan reflexionar sobre sus incapacidades, sus falencias, y las consecuencias en los demás. Porque es un hecho que aunque lleguemos y nos vayamos solos de este mundo, vivimos rodeados de seres como cualquiera de nosotros: aquellos que sufren, que agreden, que creen amar, que creen odiar, que creen que sus actos son correctos, que creen que su soberbia los protege, que creen que la ingenuidad los salva, quienes desde sus dogmas creen poder iluminar a los herejes, aquellos a quienes les importa un bledo el otro, sin darse cuenta que los demás son una suerte de reflejo de lo que uno es y hace, en una sociedad donde la piedra que se tira es piedra que luego cae sobre nuestras cabezas.

Les deseo sinceramente a todos, un año lleno de oportunidades para cambiar y ser mejores, para aprender que uno puede equivocarse, para reconocer que las fortalezas que construimos son solo mentiras bien pintadas y que las verdades que dan sentido a nuestra existencia pueden desvanecerse en cualquier momento.

Les deseo una seguidilla de experiencias transformadoras, tiempo para analizarlas, y serenidad para comprender que los cambios de rumbo o de paradigmas, las pérdidas asociadas a dolores indecibles, o ciertos preconceptos destrozados, son variables para cambiar de estado de equilibrio y no motivos para odiar, maldecir eternamente o autoinfringirse heridas permanentes.

Les deseo profundamente una mayor consciencia sobre los demás, en estas fiestas y siempre.

Alejandro Gomez

miércoles, diciembre 23, 2009

Aceptar el divague como tal

Recreo la mirada con lo poco que hay, porque uno siempre quiere más, es así.
Y en ese juego visual imagino que hay dos grandes tipos de personas, en general, en el mundo, si, una generalidad que podría ser acusada de banal, simplista, o lisa y llanamente una boludez de manual.
Pero pensando un poco mas me convenzo de que no estoy tan loco y que las personas bien podrían dividirse en dos grandes y enormes grupos, por un lado aquellas que aceptan lo que les toca en suerte, la vida que llevan, las circunstancias, el último insulto del hijo menor, o el llamado reciente de la persona menos esperada. Y por otro lado, están aquellas personas que siempre quieren más, a quienes no les alcanza el presente, donde todo es escaso, las sonrisas, los abrazos, el sueldo del ultimo mes, las actitudes diarias del portero del edificio donde viven, el ladrido del perro que eligieron tener, y así : todo perfectible, ergo no alcanza.
Podríamos pensar en un grupo adicional que serían los “indiferentes”, que están mas allá de aceptar o esperar mas de la realidad que les toca, pero desde cierta perspectiva, acudiendo a un razonamiento por absurdo, por incapacidad o elección, aceptan implícitamente la vida que tienen. De otro modo estarían en el grupo de los insaciables, para quienes no hay presente que valga, pues mañana puede ser mejor que hoy obligatoriamente para que el mañana tenga sentido per se.
Camino por una avenida y me pregunto de qué lado estará esa señora que pasea a su pequeño perro, si lo acepta como es o espera otra cosa, o si en última instancia piensa comprar otro en poco tiempo y regalar éste, potencial víctima de la falta de amor de su dueña.
Veo a un anciano avanzar lento mientras cruza por el paso peatonal y un par de automovilistas tocan bocina porque el semáforo ya cambió el color y aun hay automóviles frenados. Claramente no aceptan que el semáforo esté en verde y ellos aún inmóviles, quieren algo "mejor", aunque no comprendan el motivo de su inmovilidad.
Pero si incluimos el deseo como variable, los que quieren algo mejor,¿Cómo se diferenciarían de aquellos a quienes simplemente les resulta escaso el presente, pero que sin embargo no desean algo particular, aquellos que solo desprecian el hoy, el "es lo que hay", sin metas mas claras que un "no"?.
Sigo caminando, veo un “Hare krishna” en una esquina ofreciendo sus libros, supongo que ante la dicotomía de “querer algo mejor” versus “aceptar” ellos están mas del lado del aceptar, su "aceptar" en versión oriental, orientalista, orientada, ornamental.
Me doy cuenta de pronto que no es lo mismo un aceptar cualquiera, y mi teoría de los dos grandes grupos se hace añicos. Se expande, se contrae y estalla.
Pienso en la aceptación como camino hacia la mediocridad o en un sentido semánticamente opuesto, como camino a la trascendencia.
Definitivamente, al diccionario le faltan un par de palabras nuevas.