miércoles, diciembre 23, 2009

Aceptar el divague como tal

Recreo la mirada con lo poco que hay, porque uno siempre quiere más, es así.
Y en ese juego visual imagino que hay dos grandes tipos de personas, en general, en el mundo, si, una generalidad que podría ser acusada de banal, simplista, o lisa y llanamente una boludez de manual.
Pero pensando un poco mas me convenzo de que no estoy tan loco y que las personas bien podrían dividirse en dos grandes y enormes grupos, por un lado aquellas que aceptan lo que les toca en suerte, la vida que llevan, las circunstancias, el último insulto del hijo menor, o el llamado reciente de la persona menos esperada. Y por otro lado, están aquellas personas que siempre quieren más, a quienes no les alcanza el presente, donde todo es escaso, las sonrisas, los abrazos, el sueldo del ultimo mes, las actitudes diarias del portero del edificio donde viven, el ladrido del perro que eligieron tener, y así : todo perfectible, ergo no alcanza.
Podríamos pensar en un grupo adicional que serían los “indiferentes”, que están mas allá de aceptar o esperar mas de la realidad que les toca, pero desde cierta perspectiva, acudiendo a un razonamiento por absurdo, por incapacidad o elección, aceptan implícitamente la vida que tienen. De otro modo estarían en el grupo de los insaciables, para quienes no hay presente que valga, pues mañana puede ser mejor que hoy obligatoriamente para que el mañana tenga sentido per se.
Camino por una avenida y me pregunto de qué lado estará esa señora que pasea a su pequeño perro, si lo acepta como es o espera otra cosa, o si en última instancia piensa comprar otro en poco tiempo y regalar éste, potencial víctima de la falta de amor de su dueña.
Veo a un anciano avanzar lento mientras cruza por el paso peatonal y un par de automovilistas tocan bocina porque el semáforo ya cambió el color y aun hay automóviles frenados. Claramente no aceptan que el semáforo esté en verde y ellos aún inmóviles, quieren algo "mejor", aunque no comprendan el motivo de su inmovilidad.
Pero si incluimos el deseo como variable, los que quieren algo mejor,¿Cómo se diferenciarían de aquellos a quienes simplemente les resulta escaso el presente, pero que sin embargo no desean algo particular, aquellos que solo desprecian el hoy, el "es lo que hay", sin metas mas claras que un "no"?.
Sigo caminando, veo un “Hare krishna” en una esquina ofreciendo sus libros, supongo que ante la dicotomía de “querer algo mejor” versus “aceptar” ellos están mas del lado del aceptar, su "aceptar" en versión oriental, orientalista, orientada, ornamental.
Me doy cuenta de pronto que no es lo mismo un aceptar cualquiera, y mi teoría de los dos grandes grupos se hace añicos. Se expande, se contrae y estalla.
Pienso en la aceptación como camino hacia la mediocridad o en un sentido semánticamente opuesto, como camino a la trascendencia.
Definitivamente, al diccionario le faltan un par de palabras nuevas.

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