domingo, junio 07, 2009

Inter-textualidad iterativa (o "deja vu " literario)

En una reunión -hace relativamente poco tiempo- comenté una vieja sensación ante una ronda de amigos, algo que me hubo sucedido cuando iba yo en ómnibus hacia mi lugar de trabajo una mañana de un día cualquiera de la primavera anterior.
En momento en que el ómnibus estaba por llegar a una esquina, escuché una explosión proveniente de la calle, como si hubiera reventado un neumático de algún automóvil cercano.
La explosión pudo haber sido estruendosa, o no, lo importante es que fue lo suficientemente ruidosa como para desequilibrar mi atención. Algunos minutos después me encontraba en la calle caminando, en un momento de la caminata, de pronto tuve una sensación, porque la realidad es que fue primero una sensación, luego una idea, o varias.
Puede resultar extraño 'a priori', pero tuve la sensación de que en el momento de la explosión mi realidad pudo haberse bifurcado, que en algún lugar estaba yo en medio de la explosión del ómnibus, conduciéndome hacia una muerte inevitable, y del otro lado, en la realidad que me llevó hasta este relato, caminando por la calle, pensando en esa extraña posibilidad donde coexisten dos realidades posibles.
El aspecto triste del asunto (o quizá el resguardo de toda posible cordura) -según interpreté aquel día- fue el darme cuenta de que no existe forma alguna de probar si mi sensación tiene un reflejo en este universo, si es que hay distintas realidades donde diferentes versiones de uno mismo tiene lugar , y por supuesto, donde cada uno tiene únicamente conciencia de si mismo y no de sus otros “clones” de las realidades paralelas.
Esta idea tan peculiar hizo que uno de los asistentes a la reunión que mencioné antes comentara que leyó alguna vez un libro de Paul Auster, donde al personaje principal le sucedía algo similar a lo que yo acababa de relatar.
La novela se llama “La noche del oráculo”, de la cual por respeto al lector de este post no adelantaré nada sobre la trama.
Solo me permitiré mencionar que el libro, por esas cosas de la literatura, esta relacionado de algún modo con “El halcón Maltés” de Dashiell Hammett.
De este modo, luego del ruido de la explosión, la reunión con mis amigos, la novela de Auster, y la de Hammet que estoy leyendo en estos días, concluí varias cosas. La primera es que cierto tipo de locura se contagia incluso a través del tiempo, mediante una conexión invisible entre realidades posibles, realidades concretas, experiencias transmutadas en palabras y letras imprenta transmutadas en posibles realidades, y así de vuelta a empezar. La segunda conclusión es que ciertos hechos de nuestra vida están relacionados con los libros mucho más de lo uno podría creer, a tal punto que para cada experiencia de nuestra vida hay algo escrito sobre eso, y que para cada libro escrito hay alguna persona que vive de algún modo aquello que algún personaje de la novela de alguien más ha vivido hace tiempo, y cada vez que alguien lee las páginas que cuentan aquellas experiencias congeladas en tinta sobre papel.
Brindo por Hammet, por Auster, y por cierto tipo de locura que hace que estas palabras quizá ya hayan sido dichas por alguna otra persona, en un tiempo anterior o en la novela de alguien más.