sábado, octubre 27, 2007

Jugando a ser Gregorio

Siente el cuerpo mas ancho, camina, olfatea y predice lo que nunca, aunque no es predicción.
Siente la piel ligeramente gruesa, y todo alrededor parece gigante aunque familiar.
Los olores familiares están por doquier pero duran mucho mas que antes mientras transita los espacios, no hay nadie en la casa.
Se mira las manos y ve que son patas y no manos, que tienen una forma que el alguna vez supo reconocer, ya casi ha olvidado qué ha sido ayer o días anteriores. Siente un olor que lo atrae particularmente, una sensación inevitable le genera ir hacia la fuente, no sabe para qué, solo va, se encuentra con una forma conocida, hasta hay algo de su propio aroma, un viejo aroma, aunque no reconoce del todo las formas de la memoria, no le da importancia.
Sube a la pequeña plataforma de madera, empieza a comer de eso que ha encontrado, parte con un aroma irresistible, parte con un aroma no tan atrayente pero familiar, y el mecanismo se acciona un instante después de notar que algo extraño sucedía, es mas rápido en sus movimientos, eso lo sabe sin pensar demasiado, se desplaza sobre sus patas a la izquierda del alimento, pero una gran barra de metal impacta sobre eso que ahora reconoce como su cola, mueve las patas aunque es inútil por al menos estos instantes, siente el dolor pero sabe que algo nuevo sucede, diferente. Siente que puede mover la nariz de un modo diferente, que puede olfatear su sangre como si de una humareda agobiante se tratara, que el espacio que puede olfatear es mayor que el que puede ver, por eso mismo sabe que no hay nadie, no se asusta, pero intenta salir nuevamente.
La barra metálica aprieta con fuerza y él sabe que no tiene muchas opciones, hace un esfuerzo por correr, se despega de la plataforma de madera con un trozo menos de cola, alguien había puesto una trampa para roedores, alguien con su mismo olor.
A medida que los días transcurrieron Alberto había olvidado su forma, el suceso de la barra de la trampa y su cola rota habían de algún modo desaparecido de su memoria, y lo único que le importaba era buscar alimento y colocarse detrás de las congéneres que habitaban cerca.
Un mundo nuevo para quién de algún modo, al dormir , despertó con otra forma y con otros aromas delante, en un mismo antiguo mundo, con nuevos ojos.

viernes, octubre 05, 2007

Te recuerdo y somos mil

Jugar a ser una gota que cae, caer en la oportunidad de conocer de lleno el vacío.

Luego despertar.

¿Es simple, es azar, o simplemente no viene a cuento andar pensando?

Correr como ballenas cansadas, habitar una mesa, rodearte con brazos de te, de canela o laminas de sal.

Y no eres mas quien eras, y no juegas a decir que estas viva, caminas y preguntas, caminas y aseveras que la fuente no se ha roto de tanto ir el cántaro hacia ella.

Abierta de par en par eres de todos y de nadie en un mismo beso, y las piedras caen como burbujas, no las esquivas, tus láminas de sal te abrazan, y de pronto eres un árbol, y una tarde y una hoja, y te quiero así.

E imagino un mundo donde no hallarte, donde la pregunta carezca de rostro, donde no sepa hablar tu idioma, y soy un perro y una gota de lluvia, un beso y una cuerda.

Salimos a caminar y cada uno es varios más, y somos una red y somos aves, hablamos para atrás y para adelante, y nos chocamos y creemos ver un rostro conocido, y somos varios y esos rostros se confunden, pues son un perro, un árbol y una gota de lluvia, y lloramos.

Y por las noches somos eso que creemos ser, mentimos y nos atrevemos a decidir, a enfatizar algo tan débil como el hecho de creer que somos uno.