miércoles, septiembre 09, 2009

El sueño del oso polar (o la vida según David Lynch)

Las distintas partes de una misma cosa podrían significar un árbol, el ala de un insecto volador, o el aliento de una anciana hablándole a una planta que crece a la luz del sol.
Me pregunto, mis partes se disocian como ideas, mis ideas se esfuman como partículas en el aire, y con ellas las posibles respuestas, los posibles rompecabezas.
Hay un animal diferente cada día: un castor, una tortuga o un oso polar.
El oso polar me muerde, me mira y advierte de un peligro que no comprendo.
¿Qué tendrá que hacer un oso polar, me pregunto?
Me mira sin hablar, los osos polares no hablan, recuerdo.
Veo mi rostro en una grilla cuadriculada, cada pequeño cuadrado de la grilla se dispersa como polvo en el viento, el oso sigue mirando.
Las distintas partes de una misma cosa podrían significar una imagen, un recuerdo tergiversado por el optimismo, o un acorde disonante en una extraña película.
Me escucho hablar unos segundos después de mover los labios, no hay ruido ambiente mas allá de mi voz, y el oso polar se acerca otra vez y muerde, o duerme, o muerde durmiendo, o muere durmiendo, o duerme muriendo.
Estoy en este mundo, pienso, el oso habla, le digo que no tiene razón, que soy otro, y me habla nuevamente, le repito que soy otro, parece creerme y se va.
Me quedo solo, el sol resplandece, pienso, es temprano, el policía me perfora una costilla con el bastón, me habla, no le entiendo lo que dice, pero creo que no quiere que siga donde estoy, le digo que ya me voy, que ya me voy, que me voy, le hablo al bastón que resplandece con el brillo del sol, el de cada mañana. Ya me voy.
Es complicado dormir en una plaza, o morir durmiendo, o dormir muriendo.