sábado, febrero 10, 2007

Reencarnar en mí

Ser sapo y verse convertido en príncipe, eso quiso y me convenció, de no haberlo sabido antes tal vez...

Lo veo nadando en esa masa gris de peces ciegos, con el brillo particular de la risa por opción.

Se que caminará rosado por las calles en las noches que apenas comienzan, de piel joven, de frescura ignorada.

No preguntará mas de lo necesario a fines de ser él mismo, en las tardes donde lo que busque será un par de sonrisas sinceras. Y la gracia de aquella broma que nos jugaron hace tiempo -en la sonrisa que nos recuerda que ya no importa - se le habrá perdido en los labios curvados de la juventud.

Sobre todo me habrá regalado dudas e inquietudes, y pequeñas certezas que con el tiempo serán reformuladas.

Lo veo alcanzar un trozo de poesía sin ser poeta ni conciente de los versos, sinceramente brutal, desplomando críticas con el candor de su rostro, forzándonos a apreciar aquello para lo cual no tenemos un nombre reservado.

Lo invadirán mil dudas y quedará con tantos huecos como sueños, entre música de Mozart y anhelos infinitos: Me tomó de los brazos casi sin edad, giramos como locos, mis pies flotaban en el vacío inercial. No lo recordaré.

Y así una caminata cualquiera en alguna futura tarde explica el mundo, transformando las esquinas en bisagras de un tiempo cíclico.

Ayer, hoy y mañana, por eso elijo nacer como hijo de mi padre.