lunes, diciembre 26, 2011

Fisheye

Un ojo de pez que todo lo ve
un poco de nieve desenfocada, o de arena
todos ahi, todos en cualquier lugar
una risa en primer plano
un desplazamiento leve hacia la derecha
y vos, con una sonrisa torcida por el malbec
un acercamiento a la boca de aquel
que ya no habla ni bebe
de pronto un plano corto de ella
y alternan entre ella y él y tu pantalla se divide
y se desdibuja un rectángulo, trastabilla un enfoque
que te muestra a vos,
riendo
llorando
en aquellos dias fatídicos
en aquellos dias de gloria
en aquellas tardes indistinguibles
de pronto el ojo de pez
y tu casa
y tu planeta
y tu galaxia
y tu universo
escuchás que te dicen,
susurrando,
que no hay fecha de estreno.

jueves, octubre 27, 2011

Mashup Brian Aldiss, José Saramago y Mario Benedetti


Me estaba duchando después de una noche de insomnio cuando tuve la revelación.[1]
Escrito estaba en las tablas del destino que caín tendría que reencontrarse con abraham.[2]
Ana María salió un momento a la calle, sin ninguna esperanza de encontrar al Angel y sin embargo estaba alli, como si hubiera sabido que se trataba de una despedida.[3]




[1] Brian Aldiss - Los superjuguetes duran todo el verano.
[2] José Saramago - Caín
[3] Mario Benedetti - Cuentos completos

sábado, octubre 15, 2011

La cuchara papa


Una papa se convierte en cuchara.

La cuchara salta al vacío y se inmola sobre un colchón.

El colchón que anda cansado sigue durmiendo, le pegó fuerte el atracón de la noche anterior.

Los resortes del colchón se hunden, se derriten y se filtran por una baldosa, llevándose consigo a la cuchara que yace herida.

El resorte-cuchara llega por un mecanismo desconocido, a la avenida, y se adhiere al poste de un semáforo que por alergia termina estornudando el resorte-cuchara que por estar derretidos, se adhirieron a una lamparita del semáforo, y el resorte-cuchara-lámparita cayeron justo sobre la sirena de un patrullero.

Como la luz roja faltaba del semáforo, los automóviles seguían de largo, y nadie chocó, y el patrullero que ya estaba varias cuadras delante, agregó un tono rojo a la típica luz azul.

Tal resplandor desconcertó a mas de uno que despistado, pensó que el patrullero era un carro de bomberos, y gritaban desconsolados ante tal engendro anti natural.

Y por la esquina donde estacionó el patrullero pasa un joven, riendo, caminando con soltura y tranquilidad, recordando haber dejado unas papas hirviendo, y una cuchara sobre la tapa de la olla.

viernes, octubre 07, 2011

Testigo de mi


Soy el avispón verde, soy Jackie Chan, un espía ruso en el café, una tapia, una venda que te cubre, un reflejo que no se ve, el árbol que no se ha escuchado caer.

Te miro de reojo y creés en la indiferencia como un valor rector de nuestras estupideces, y seguís mirando hacia adelante, y te enoja, como es que no te miro, que no aprecio tus pasos.

Soy una marmota, un oso panda y la puta de aquella película, soy ese grito que guardaste aquella tarde, la picazón de tus manos, esa pregunta que aún estas respondiendo.

Te saludo con mi sonrisa de todos los días, e inventás otra excusa para estar con esa cara, incontrolablemente irascible: sin embargo te sonrío y me caés bien, y aun así te vas, degustando el dolor que te causa no estar en tu propio cuerpo, no estar caminando en tus zapatos, no estar detrás de esa cara que no podes controlar, tan lejos.

Soy tu tia Marta, soy tu dolor en el ojo, esa escama del pescado que cenaste anoche, esa cama que dejaste exahusta en ese hotel barato, esos ojos que perdiste entre las ventanas de un subterráneo.

Escucho tu historia, de pronto me disperso, y vuelvo al hilo de lo que me contás, escapo, y escapás a mis escapismos, el diván te atrapa y te perdés, y ahora sos un pez, o un mono, y no te importa, todo vale para escapar, para obviar ese rostro que tenés, que bien sabés ajeno, que bien sabés que ya no tiene que ver con vos.

Soy esa mirada lasciva, el apretón de manos que te dijo lo que esos labios jamás dirían, soy esa pausa final antes del tono de marcar, soy la carta ganadora que no se ha jugado.

Me miro al espejo y te veo, te miro en la calle y me veo, los veo en las gradas y me veo, te escucho llorar y reconozco los llantos que fueron y todos lo que faltan. Reconozco en vos y en ellos la mirada que nos pertenece, las palabras que pareciendo ajenas son una leve traducción de nuestros desvaríos, te reconozco al reconocerme, y me olvido al olvidarte, pues al fin de cuentas, estamos acá.

domingo, agosto 28, 2011

Y vos.


Y una tarde clara.
Y una planta que se esconde pero no tanto.
Y un dia que termina.
Y un brazo que se extiende.
Y una sonrisa que mira al sol.
Y unas abejas que determinan el tiempo.
Y una promesa trivial.
Y otra sonrisa de barba y lentes.
Y la gente que pasa.
Y de pronto te digo aquello.
Y otra sonrisa de rouge que tan bien te queda.
Y te creo.
Y el pasado se esfuma.
Y nos vamos.
Y la gente sigue charlando y corriendo en el césped.
Y el asiento queda vacío.
Y todo es cierto y genial.
Y esta noche.

domingo, julio 17, 2011

Una bella nube

Decime tu nombre, que no te escucho.

Si, lo olvidé, y no es raro, no es raro

Si, hoy estoy triste, pero pasa...

Si, hoy estoy feliz, también pasa.

Contame cuanto lloraste, que te escucho, la vida es una loca linda.

Contame cuanto olvidaste, así recordamos juntos

Pasa, el olvido es así viste... como esas nubecitas que de pronto...

Te quise, si , puede ser, ¿Pero sabes algo? Uno nunca deja de querer, solo inventa excusas lindas

¿Que cosa? Si, puede ser, las noches son tantas pero tan cortas..que alcanzan poco

Hubiera querido mas, seguramente, las mañanas no compensan las horas, pero que lindo el sol...

Te creo, si, también pasa, como aquella vez que prometimos aquello, ¿Te acordás?

Hoy es tan lejos que ya me olvidé, repetime tu nombre, que me acuerdo que te quise, y que te mentí sobre haberlo hecho, porque uno inventa excusas, porque el olvido y esas nubecitas, y aquel perro que tuve, que bueno que era...

Mañana sabés que cosa, mañana sabes que nada, que quizá, si, no se, ya no recuerdo, pero esas nubes, ¿Qué lindas no?

No es raro, no, hubiera sido lindo, seguro, si, y tus hijos y la bebé hermosa que ya tiene sus propios nenes, que belleza, ¿Cómo se llama?.. ya no recuerdo, ayer hablamos de ella con mi hermano..si, ya no habla tanto ahora, duerme todo el día pobre.

Sabés que me olvido, sabés que una tarde desde esta ventana es nueva cada día, tiene su lado bueno...incluso olvidarme tu cara y tus nuevas canas, me alegrás como esas nubecitas... cada día.

Buenos dias hermosa dama, ¿Me recuerda su nombre?

viernes, junio 17, 2011

Your inner monster

Image used under a Creative Commons
license courtesy of LorenJavier

Hoy es un día particular, ni por lo nublado ni porque ya dejé de contar las horas, ni porque me sienta cansado.
Te veo abatido, y con miedo.
Te imagino cobarde, pero quién no fue cobarde alguna vez...
Te imagino sangrando, pero quién...
Y te veo respirando, con lágrimas, el rostro en el suelo, arañando para desplazarte, pidiendo por agua sin decirlo y sin nadie para oír.
Te veo con una lengua que no se mueve, con una voz que no sale.
Veo ese pequeño monstruo que se mete en tu cuerpo y te habita, que respira por vos, mira por vos, y determina tus movimientos y esas ausencias...
Te veo caminando en la calle, como uno más, con una sonrisa compatible con ese bello mundo, con ese horrible mundo de desencuentros y monstruos de caras mas terribles que esas de las que huís.
Te veo animado por una energía que sale desde dentro del monstruo que te habita, tratando de desintegrarlo, temblando de una fiebre extraña.
Veo que a ese monstruo le queda bien tu piel, tus ojos y tu aparente dolor.
Veo como con cada palabra que no decís, el monstruo se fortalece, arrastrándose con mas fuerza y disfrutando de la frialdad del contacto de la piel lastimada con el suelo.
En tus palabras tu monstruo habla por vos, y hablan los dos, y ya no se con quién hablo, si con vos o ...
Cuando te abrazo siento que el monstruo teme, que se encoje y gime, reduciéndose a un espacio mas pequeño, y tu aliento deja de ser el de un dragón lastimado, y de pronto te encuentro.

Te veo en un tiempo hacia adelante, caminando tranquilo, con el monstruo lejos, te veo con una sonrisa sincera y un aliento nuevo, sin fuegos de dragón, encontrándote.

martes, junio 07, 2011

Julio

Te leo, te leí, me enseñaste sin decir nada y diciendo enormidades que caben en una frase.
Influíste en el tiempo y en el espacio, en mi tiempo y en el de otros, en las ideas y en los sueños.
Caigo y me levanto, y el factor común de esa masa informe que conforma una sucesión incesante de palabras, sos vos, que te tuteo sin conocerte en persona: nos regalaste esa sensación de amistad hacia el conocido que uno desconoce, y esa familiaridad extraña con tus palabras alimenta esa sensación, que mas que sensación huele a abrazo fraterno.
Si se puede ser amigo de alguien que ya no está -podría asegurarlo- y abrazarte en cada palabra que dijiste, en cada página de un libro que tiene tu cara en la contratapa, lo dirá el tiempo.
Quizá el retorno que uno esperaría en una amistad, una hermandad, lo ofrecés determinadamente desde antes de que naciera esa gente que se enteró de tu existencia a través de algún otro amigo tuyo, eso que cosechaste sin quererlo, atravesando personas y movimientos, posturas y mediocridades.
Y cayendo de ese árbol interminable de ramas que vos incrustaste, sin proponérmelo, te leo de nuevo y te conozco, es más, nos conocés a todos desde antes y hacia el tiempo que viene. Como si parte de tu alma fuera un poco la de todos, como si tus palabras fueran lo que muchos queremos decir como cavernícolas que somos, gesticulando o gimiendo, lejos de la forma que nos ofreciste, esas cosas indefinibles que salían de andá a saber donde.
Y pienso -qué loco- que todos somos parte del otro, que aquellas palabras al viento o a quemarropa, esos golpes de puño en imprenta forman parte de nuestras ideas, y si estamos convencidos de que éstas conforman lo que somos o que en algún grado determinan nuestras acciones, tus palabras son parte necesaria de ese rompecabezas humano: llamarte hermano o amigo no honra las evidencias.

Estoy seguro de que estás mas allá de la separación que sugiere una idolatría y mas cerca de una integración que afirma que nunca, pero nunca, vas a morir.

jueves, abril 14, 2011

Te gano, te desprecio, te ignoro, te amo, te ordeno, te creo

El hombre grita con fuerza para ser escuchado, levanta media tonelada de metal, termina, se para y grita de nuevo. ¿Vos que miras? Le dice al flacucho que lo mira con rostro de pregunta y que nada se anima a decir. Las pesas yacen inertes a la espera de otro que quiera levantarlas...

Un automóvil la deja en la calle, despedida de la puerta como una bolsa de basura, y unos billetes caen al suelo, ella mira a través de esos ojos torcidos por la humedad de las lágrimas, y camina torpe y aturdida, acomodándose la escasa y reiterada ropa que lleva puesta.

Dame otro más, No tengo, responde el pequeño que ya no tiene mas cigarrillos: esos que pueden comprar baratos, que ya no saben ni que fuman, porque el que vende ya no sabe que vende, porque el que produce quiere que así sea. Se quedan los dos mirando un árbol, Mirá, parece mi hermana. Es tu hermana gil, no te diste cuenta. Sale del auto del patova, el hijo de puta que la otra vez la dejó de cama. A ese gil le voy a inflar la panza a corchazos. Tené cuidado, es pesado el logi ese. Mi nueve es pesada, y a ese gil se la voy a mostrar de cerquita, por puto, se cree grande el gil, pero un corchazo en la frente....vas a ver. Dijo esto y le dio la pitada final al cigarrillo entre los dedos.

Que te pasó mi'jita, pregunta la mujer, ella no responde y se sienta a la mesa. ¿Fue ese hijo de puta, decime, fue ese?. Ella calla, y mira al plato de arroz que tiene delante, y toma con desgano un sorbo de un vaso con agua. ¿No estaba el Pitu?. Que va a estar... después se queja cuando no le quieren pagar por cuidar los autos de la avenida, se la pasa con el otro fumando esas porquerías... En la oscuridad de los pasillos se escuchaba el eco de alguien gritando, llorando, chicos corriendo y la caída de alguna botella. La luna brillaba sobre los techos de chapa.

El despacho estaba como siempre, ordenado, el saco en el lugar correcto, las carpetas en la pila correcta, la secretaria con la sonrisa determinada y bien estudiada, que recibe al comisario y le dice que espere, que el fiscal lo recibirá enseguida. El tipo espera, hasta que el fiscal entra, saluda y se sienta detrás del escritorio, y mira con complicidad al señor comisario en su riguroso uniforme.
¿Cómo anda todo?, pregunta el fiscal. El comisario responde que bien, que las cosas andan bien pero que el clima está medio pesado y algunos están pidiendo más. Mirá Ramírez, acá se trae lo que se pacta, sino es muy simple, aparece la carpeta en la oficina, y le van a dar curso, sabes muy bien quien cae primero... así que mi viejo, reclamen hacia abajo viste, todo sube, ayer cambié el auto y los del concesionario no me descontaron nada, así que tomatelás y la próxima venite sin problemas. Ramírez se fue caminando despacio por un pasillo, dando golpecitos al arma en su cintura, como una palmada a un viejo amigo...

El ministro de seguridad acaba de emitir un comunicado, donde promueve al comisario Ramírez a la Jefatura de la División de trata de personas.

Ella está contenta, un primo la llamó por teléfono, tiene el contacto de un lugar donde puede trabajar, Van tipos de mucha teca, seguro sacás el triple que antes, y es más seguro, hay otras chicas de Paraguay, pero esas no salen, vos tendrías trato especial....


especial.

sábado, abril 09, 2011

Haiku


En ocasiones, lo que hay para decir, entra en conflicto con lo que hay para callar, es un hecho.

Lo paradójico del caso es que ese silencio, de algún modo, dice lo que uno está callando, e incluso más.

El silencio demarca lo pequeño de eso que se calla, pues el silencio es un espacio enorme, que da lugar a eso que se calla y también, lugar a que vos ( si, vos!) escuches eso que nunca voy a decirte, pero que sabés bien cierto, porque en mi silencio, también está eso que quisieras escuchar, lo que sabés que escucharías y la potencialidad de todo lo que podría ser dicho, esa eternidad de cosas, mentiras, verdades, pequeñas traiciones verbales, aún esas cosas que uno no quiso decir, queriendo decir otra cosa...

Incluso hay silencio cuando se habla y no se dice nada, que es la otra cara de hablar poco pero decir muchas cosas.

En mi silencio, estoy yo, y está tu oído atento al gran eco de lo que jamás dije, de lo que quisiera decirte y quizá no te diga por falta de preparación... por esos pequeños desencuentros donde mejor es quedarse donde uno está y dejar que todo suceda. El tiempo sucede, y uno detrás, tomado de la estela que van dejando las horas, creyendo que existimos mas allá del presente, que es lo único que hay...

En ocasiones, lo que hay para decir, es tanto que no sale, es tanto que las palabras no encuentran una forma ni un espacio. Pero descansan bien en el silencio, y los oídos atentos, pueden oír esas palabras que aunque dormidas, están presentes, por el peso de no estar, por el peso de no ser puestas en evidencia.

Hoy, lo que hay para decir quizá sea mucho, quizá no valga la pena, o quizá las palabras escondan verdades que deban ser recibidas con cierta fortaleza, con cierta integridad o preparación. No todas las palabras son fáciles de digerir, mas allá de su naturaleza.

Mañana, este silencio será historia, como todo lo que queda detrás, pero si prestás la debida atención al vacío, a los gestos ocultos, vas a descubrir, lo que tengo para decir.

Hoy, te dedico mi silencio.

jueves, enero 20, 2011

Mr. No (un diálogo posible)

Revuelve el café como si tuviera todo un día para hacerlo, descansa un canto del dedo índice sobre el labio superior y el pulgar sobre el maxilar inferior, luego da un sorbo a la taza.

- Creer que es posible no es solo un slogan, de hecho creer es solo una parte del trato, lo que sigue es hacerse cargo y ponerse en la frecuencia de lo que uno busca.
- Pará un poco querés, ¿Te comiste a un lavacocos new age, hablás vos o los libritos pedorros que solés leer? - dice el otro mientras con las manos apoyadas en la mesa, dobla y tuerce con insistencia una servilleta de papel.
- Bueno, con vos no se puede hablar, te quejás, pedís un consejo y ahora criticás lo que te digo atacando lo que crees que leo, así no vas para ningún lado.
- Me parece que decís muchas estupideces – asevera el doblador de servilleta, mientras mira a izquierda y derecha sin buscar nada en especial.
- A mi me parece que te gusta quejarte y criticar, es una linda forma de hacerse el boludo y seguir alimentando eso que tanto te jode, que al fin de cuentas, es tu forma de ver el mundo y de actuar en consecuencia.
- Estás hablando gansadas.
- Por lo menos mis gansadas no me deprimen, ni me quejo, ni critico a los demás por deporte – el revolvedor de café deja la taza en la mesa, con un leve gesto de resignación.
- Yo creo que el mundo es así, una reverenda mierda, que están los que tienen suerte y los que están meados por los perros- diciendo esto el doblador de servilleta dió un golpe a la mesa con la mano abierta, algunas personas en el bar voltearon para ver quien había causado tal ruido.
- Qué linda visión la tuya, un canto a la vida, pegate un tiro y listo, cruzá en rojo y entregate al azar del tráfico, nadá con tiburones y hacételes el loco. Y no golpees la mesa, que acá vengo siempre, no me hagas quedar como el orto.
- Tampoco dije que sea boludo che. Y me importa un carajo la mesa, yo soy así y ya lo sabés, de última es mi problema, no tuyo.
- Creo que entre la boludez y tus actitudes hacia la vida hay una línea muy delgada. Y tenés razón, es tu problema, no mío. Y como vos viniste a mí, a contarme tu historia, pasó a ser mi problema también, porque soy amigo tuyo, pero a vos no te importa eso. Golpeá la mesa, golpeate la cabeza si querés, y la próxima que necesites de mi ayuda, tratá de estar dispuesto a escuchar, que una cosa es dialogar y otra cosa es que me uses de vomitorio...

El revolvedor de café se levantó, se dirigió a la puerta y se perdió entre la gente, pensando en que “Creer que es posible no es solo un slogan”, con cierta resignación, y un dolor que representaba de algún modo, eso que le habían comentado y el no quiso creer: algunas personas - en su malestar- eligen estar mal.