viernes, octubre 07, 2011

Testigo de mi


Soy el avispón verde, soy Jackie Chan, un espía ruso en el café, una tapia, una venda que te cubre, un reflejo que no se ve, el árbol que no se ha escuchado caer.

Te miro de reojo y creés en la indiferencia como un valor rector de nuestras estupideces, y seguís mirando hacia adelante, y te enoja, como es que no te miro, que no aprecio tus pasos.

Soy una marmota, un oso panda y la puta de aquella película, soy ese grito que guardaste aquella tarde, la picazón de tus manos, esa pregunta que aún estas respondiendo.

Te saludo con mi sonrisa de todos los días, e inventás otra excusa para estar con esa cara, incontrolablemente irascible: sin embargo te sonrío y me caés bien, y aun así te vas, degustando el dolor que te causa no estar en tu propio cuerpo, no estar caminando en tus zapatos, no estar detrás de esa cara que no podes controlar, tan lejos.

Soy tu tia Marta, soy tu dolor en el ojo, esa escama del pescado que cenaste anoche, esa cama que dejaste exahusta en ese hotel barato, esos ojos que perdiste entre las ventanas de un subterráneo.

Escucho tu historia, de pronto me disperso, y vuelvo al hilo de lo que me contás, escapo, y escapás a mis escapismos, el diván te atrapa y te perdés, y ahora sos un pez, o un mono, y no te importa, todo vale para escapar, para obviar ese rostro que tenés, que bien sabés ajeno, que bien sabés que ya no tiene que ver con vos.

Soy esa mirada lasciva, el apretón de manos que te dijo lo que esos labios jamás dirían, soy esa pausa final antes del tono de marcar, soy la carta ganadora que no se ha jugado.

Me miro al espejo y te veo, te miro en la calle y me veo, los veo en las gradas y me veo, te escucho llorar y reconozco los llantos que fueron y todos lo que faltan. Reconozco en vos y en ellos la mirada que nos pertenece, las palabras que pareciendo ajenas son una leve traducción de nuestros desvaríos, te reconozco al reconocerme, y me olvido al olvidarte, pues al fin de cuentas, estamos acá.

No hay comentarios.: