viernes, diciembre 25, 2009

Soul Brother

Cada negra y cada corchea te recuerdan, y resuenan en mis oidos.

Cada brisa que se pierde dice tu nombre, por eso le escapo al viento, porque seria mucho extrañar, mucho querer estar en otra dimensión posible de esta vida, haciendo un rewind hasta el dia en que naciste, y asi jugar con vos el doble , abrazarte el doble, decirte cuanto te quiero tantas veces hasta que te canses y quizá preguntes por qué y yo te diría que porque si, porque sos una persona hermosa. Y sería un poco mas amigo que hermano, un poco mas compinche y menos padre, sería todo eso que no fui y como aún no se inventó la máquina del tiempo, no puedo corregir.

Quisiera darte la felicidad que te quitaron muchas veces, protegerte de la locura que te alimentó tanto tiempo, quisiera saber que donde sea que estés te encontrás mejor que en este mundo loco, que donde sea que existas, te rias de estas palabras y del dolor de los que aca quedamos.

Quisiera no querer, quisiera retorcer las agujas del reloj hasta que sangren y me devuelvan las horas que no supe aprovechar con vos, y cada segundo valdría por mil, cada sonrisa tuya le cambiaría el sentido a mi vida y me haría saber que volver en el tiempo fue atinado.

Quisiera saber que estoy siendo digno del tiempo que me toca, de las horas sin vos, del tiempo que no pudiste aprovechar de este mundo.

Quisiera saber, que si en algún momento voy a abandonar este mundo, como todos lo hacemos alguna vez, voy a verte de nuevo y encontrarme con aquella sonrisa, con esa inocencia que jamás vas a perder y que tanto extraño.

A veces pregunto porqué,como si algunas cosas tuvieran una razón, y nadie responde, y a veces me respondo tantas cosas que no tengo tiempo para oírlas...

Quisiera abrazarte como cuando eras chico, y con una sonrisa dejabas ver que tu mundo al menos en ese instante, era perfecto.

jueves, diciembre 24, 2009

Un saludo de navidad

Hay gente que desea lo mejor, prosperidad, alegría, el júbilo y la bienaventuranza de la navidad que el catolicismo (en particular) y los mass-media reparten a diestra y siniestra.

En estas fiestas, como en tantas que han pasado bajo el puente -como el agua y la sangre que también viajan por allí – se me ocurre que los deseos son poco naturales, poco objetivos y hasta obscenos.

Por qué digo esto, creo que un ejemplo puede ayudar a comprender el enfoque presente: un amigo me dijo una vez “¿Sabés que le pasa a mucha gente de la facultad?: nunca los cagaron a trompadas”. Asentí aquella frase como una verdad inconmovible, sin dejar de reírme por lo original y sintética que me resultaba. Y cada vez que escucho a algunas personas quejarse o acusar a los demás de supuestas mediocridades, falencias vergonzosas o adjudicarse la verdad como si fueran un oráculo, viene a mi cabeza la frase mencionada.

Creo que hay personas que por la vida que han tenido, carecen de experiencias que les hayan forjado una perspectiva amplia de las cosas (la familia, la realidad de sus amigos, el tipo de comida para la pecera, etc), y las invade el prejuicio, egoísmos ridículos o un grado de soberbia impresentable. Por supuesto que hay también de esas personas que no se guardan ninguna idea, y vociferan cual aspersor, contaminando diálogos razonables, demostrando una gran incapacidad para revisar las propias palabras y ganándose el odio de muchos.

A donde voy con esto: hay gente que necesitaría pasarla mal para corregir sus actitudes, para darse cuenta que parte de su infelicidad radica en la forma en que se comunica con las personas que la rodean. Digamos que en esto habría una fuerte relación con el concepto psiconalítico de repetición, ese dar vueltas hasta ver algo de luz y cambiar de rumbo, cansarnos de sufrir al pasar por el mismo lugar varias veces.

Podría decirse que es un hecho que hay gente que necesita vivir ciertas experiencias para revertir sus síntomas y darse cuenta de sus falencias más terribles, para en algún punto ser un poco mejores hacia adentro y hacia afuera.

Esto que digo un poco se contradice con los deseos estándar de felicidad y prosperidad que están en la punta de la lengua de todos en épocas navideñas. Pero a fines de ser sincero conmigo, debo reiterar que en esos deseos suele haber un alto grado de inocencia, ingenuidad o falta de compromiso (Desear algo bueno presupondría cierto interés sobre el destinatario de las bondades).

Hay gente que necesita -en términos de las palabras de mi amigo- ser víctimas de algún tipo de feedback constructivo y correctivo, como consecuencias de sus actos. De este modo cada persona que corrija las formas que la hacen infeliz, y en algunos casos a los demás también, sería por consecuencia directa un poco más feliz y propagaría el cambio hacia los demás.

Es por esto que mis deseos son muy particulares, y deseo para quienes necesiten cambiar, un año de dificultades, de contratiempos que los hagan reflexionar sobre sus incapacidades, sus falencias, y las consecuencias en los demás. Porque es un hecho que aunque lleguemos y nos vayamos solos de este mundo, vivimos rodeados de seres como cualquiera de nosotros: aquellos que sufren, que agreden, que creen amar, que creen odiar, que creen que sus actos son correctos, que creen que su soberbia los protege, que creen que la ingenuidad los salva, quienes desde sus dogmas creen poder iluminar a los herejes, aquellos a quienes les importa un bledo el otro, sin darse cuenta que los demás son una suerte de reflejo de lo que uno es y hace, en una sociedad donde la piedra que se tira es piedra que luego cae sobre nuestras cabezas.

Les deseo sinceramente a todos, un año lleno de oportunidades para cambiar y ser mejores, para aprender que uno puede equivocarse, para reconocer que las fortalezas que construimos son solo mentiras bien pintadas y que las verdades que dan sentido a nuestra existencia pueden desvanecerse en cualquier momento.

Les deseo una seguidilla de experiencias transformadoras, tiempo para analizarlas, y serenidad para comprender que los cambios de rumbo o de paradigmas, las pérdidas asociadas a dolores indecibles, o ciertos preconceptos destrozados, son variables para cambiar de estado de equilibrio y no motivos para odiar, maldecir eternamente o autoinfringirse heridas permanentes.

Les deseo profundamente una mayor consciencia sobre los demás, en estas fiestas y siempre.

Alejandro Gomez

miércoles, diciembre 23, 2009

Aceptar el divague como tal

Recreo la mirada con lo poco que hay, porque uno siempre quiere más, es así.
Y en ese juego visual imagino que hay dos grandes tipos de personas, en general, en el mundo, si, una generalidad que podría ser acusada de banal, simplista, o lisa y llanamente una boludez de manual.
Pero pensando un poco mas me convenzo de que no estoy tan loco y que las personas bien podrían dividirse en dos grandes y enormes grupos, por un lado aquellas que aceptan lo que les toca en suerte, la vida que llevan, las circunstancias, el último insulto del hijo menor, o el llamado reciente de la persona menos esperada. Y por otro lado, están aquellas personas que siempre quieren más, a quienes no les alcanza el presente, donde todo es escaso, las sonrisas, los abrazos, el sueldo del ultimo mes, las actitudes diarias del portero del edificio donde viven, el ladrido del perro que eligieron tener, y así : todo perfectible, ergo no alcanza.
Podríamos pensar en un grupo adicional que serían los “indiferentes”, que están mas allá de aceptar o esperar mas de la realidad que les toca, pero desde cierta perspectiva, acudiendo a un razonamiento por absurdo, por incapacidad o elección, aceptan implícitamente la vida que tienen. De otro modo estarían en el grupo de los insaciables, para quienes no hay presente que valga, pues mañana puede ser mejor que hoy obligatoriamente para que el mañana tenga sentido per se.
Camino por una avenida y me pregunto de qué lado estará esa señora que pasea a su pequeño perro, si lo acepta como es o espera otra cosa, o si en última instancia piensa comprar otro en poco tiempo y regalar éste, potencial víctima de la falta de amor de su dueña.
Veo a un anciano avanzar lento mientras cruza por el paso peatonal y un par de automovilistas tocan bocina porque el semáforo ya cambió el color y aun hay automóviles frenados. Claramente no aceptan que el semáforo esté en verde y ellos aún inmóviles, quieren algo "mejor", aunque no comprendan el motivo de su inmovilidad.
Pero si incluimos el deseo como variable, los que quieren algo mejor,¿Cómo se diferenciarían de aquellos a quienes simplemente les resulta escaso el presente, pero que sin embargo no desean algo particular, aquellos que solo desprecian el hoy, el "es lo que hay", sin metas mas claras que un "no"?.
Sigo caminando, veo un “Hare krishna” en una esquina ofreciendo sus libros, supongo que ante la dicotomía de “querer algo mejor” versus “aceptar” ellos están mas del lado del aceptar, su "aceptar" en versión oriental, orientalista, orientada, ornamental.
Me doy cuenta de pronto que no es lo mismo un aceptar cualquiera, y mi teoría de los dos grandes grupos se hace añicos. Se expande, se contrae y estalla.
Pienso en la aceptación como camino hacia la mediocridad o en un sentido semánticamente opuesto, como camino a la trascendencia.
Definitivamente, al diccionario le faltan un par de palabras nuevas.

lunes, octubre 26, 2009

¿Donde está Dios?

Conozco a una persona que nació lejos, porque lejos no es acá, ni acá nomas, lejos es allá, donde Dios se olvidó de hacer visita, y donde sus representantes mantienen la esperanza de alguna vez ser bendecidos.
En aquel lejano lugar donde esta persona nació, bajo el mismo sol que le avisaba de un nuevo día, también estaban los azotes, granos de maíz debajo de las rodillas en una época donde la violencia cotidiana de esos pagos no extrañaba a nadie, y muchas esperanzas de una vida feliz.
Conozco unos ojos que dicen más que las palabras que fueron permitidas, se adivina el dolor detrás de ese brillo que a veces desaparece.
También conozco a nuestra bendita iglesia, que desde niños nos inculca la fe y la bondad divina, y que tan bien nos inculca la sensación de culpa y el deber mas allá de la razón. Pues amarás a Dios por sobre todas las cosas. Nos enseñan que esa es una verdad inconmovible, sin enseñarnos primero que es el amor (como si supieran que es, dicho esto con la seguridad de que ningún miembro de la Iglesia podría hacerlo).
Esta persona que una vez decidió escapar de los castigos y de la desolación de un pueblo sin demasiado destino mas allá de la perpetuidad de los vicios, fue hacia la ciudad en busca de algo diferente, rosario en mano, con las estampitas preferidas en un bolsillo, y el alma en las manos, creyendo en que algún santo podría aminorar la carga y el largo viaje.
Y así la ciudad la abrazó con un matrimonio precoz, hijos que prometían ser el vehículo a la felicidad y un sistema económico que se empeñaba en recordarle que de la pobreza no se sale fácilmente, y que un viaje a la ciudad no es garantía de prosperidad.
Así pasaron los años y los avatares de una vida con frustraciones, oraciones constantes al “Jesusito” que se empeñaba en no mostrarse, que constantemente evadía los rezos.
Ni las lágrimas luego de las traiciones, ni varias estafas sufridas, ni tantas soledades y vueltas en círculos, han convencido a Dios de hacerse presente en la vida de esta persona. De mostrar al menos un instante un gesto de benevolencia.
Esta persona ha perdido un hijo en circunstancias aberrantes, ha sufrido lo indecible, y aun así va al cementerio periódicamente, y pide a Dios por el alma del hijo, mientras pregunta “Por qué”, y Dios sigue en silencio, ni sus representantes tienen una respuesta, lógica, ilógica, metafísica, o de la índole que fuera, ni la justicia de los hombres alcanza a responder a tal interrogante.
Y así y todo esta persona se persigna frente a la iglesia donde su “Jesusito” yace en una cruz, como una forma de respeto que alguna vez aprendió, y que repite, porque así debe ser, porque ahí dentro está Dios, y es un lugar sagrado; será que la santidad, el perdón, la energía sanadora de la fe se halla en concentraciones mayores bajo los techos altos de las iglesias, y no en cualquier otro lado...
Será que Dios cortó las lineas telefónicas con sus fieles, será que se cansó de tanto milagro. Tal vez esté en esos países lejanos donde los niños se mueren de hambre o bajo la explosión de algún misil, quizá haya mayor necesidad de Dios y éste en su infinita misericordia decide aparecérseles en algún sueño o visión para hacerles creer que las bombas tienen un fin divino, y que el agua contaminada que toman es agua bendita, y que el olor a podrido de ese mismo agua es una cuestión regional y que la escasez de alimento es una medida de la santidad que lograrán cuando su sistema inmune colapse y los lleve a un sueño eterno, donde tal vez Dios con un poco más de tiempo, decida atenderlos y abrirles las puerta del cielo.
Conozco también, que la persona sobre la que versa este relato, hace poco ha sufrido un asalto por parte de unos jóvenes armados víctimas de esto que algunos llaman sociedad, que tampoco conocen a Dios por lo visto, ni mucho menos un par de mandamientos que contradicen sus actividades.
Esta persona que tanto ha sufrido y perdido, aun sigue rezando por el alma del hijo, se persigna delante de las iglesias, cree en el Dios de los cristianos y obra en consecuencia, y hasta agradece tener un trabajo, que le permite gozar de una pobreza digna.

A quienes creen en el Dios de los cristianos o en el Dios benevolente que todo lo provee y en su infinita sabiduría todo lo sabe y en su omnipresencia está en cada lugar de este pequeño planeta, les pregunto: ¿Donde esta Dios para esta persona?

domingo, octubre 11, 2009

llueve

Llueve fuerte, perros y gatos.
Cada gato escupe algunos perros, y de cada perro salen gatos, que escupen perros, y asi el ciclo continúa.
Algunos en la caída se encuentran, se reconocen de a ratos, y si tienen suerte se enamoran, procrean perros o gatos, lo que caiga en suerte, y luego se estrellan contra el suelo, porque en este mundo tanto los gatos como los perros que caen, mueren al tocar el suelo, incluso los hijos de los que hallaron el amor en la caída, nada de siete vidas...
Algunos gatos han hecho sociedades en secreto con los perros que escupen gatos por la boca, mientras caen refuerzan su vínculo, y hasta se traicionan, reforzando vínculos con otros perros y gatos respectivamente, que serán traicionados también, por otros semejantes si es que no tienen la suerte de tocar el suelo antes, y mezclar su naturaleza muerta con la de los demás.
Y el charco de sangre, carne y pelo es uno solo, donde no se distingue raza, ni rasgo animal, porque hay dientes grandes, dientes pequeños, bolas de pelo y sangre, ojos que no mirarán nunca más nada, bocas que no maullarán ni ladrarán, ni escupirán perros ni gatos.
Pero algo hay de extraño incluso en el fin, cuando un animal esta por tocar el suelo, mira a los ojos al que esta arriba, perro o gato, lo mismo da. Mira a los ojos al que esta por encima, pronto a caer y sumarse a la masa informe de animales en comunión. Y mira a los ojos al de más arriba, que se contorsiona y si puede deja salir algunos animales de su boca, maullando o ladrando, escupiendo más animales que luego harán lo mismo.
Y en una secuencia ascendente, los animales miran a los ojos al de arriba, que mira a los ojos al de más arriba, y asi hasta que todos los animales de algun modo saben lo que les espera, en el instante preciso donde son conscientes de que están cayendo, que serán parte de lo inevitable: maullar, ladrar, escupir perros o gatos, y luego...
Pero aun así caen, maullando, ladrando, retorciendo sus pequeños o grandes cuerpos, encontrándose en los ojos de los otros animales, comunicándose entre sí, porque es lo que deben hacer, en lo inveitable de su naturaleza y su destino inminente.

El gato maulla porque aún no le he dado de comer, el perro ladra porque no salió a la calle en toda la tarde.

Afuera llueve fuerte: perros y gatos.

miércoles, septiembre 09, 2009

El sueño del oso polar (o la vida según David Lynch)

Las distintas partes de una misma cosa podrían significar un árbol, el ala de un insecto volador, o el aliento de una anciana hablándole a una planta que crece a la luz del sol.
Me pregunto, mis partes se disocian como ideas, mis ideas se esfuman como partículas en el aire, y con ellas las posibles respuestas, los posibles rompecabezas.
Hay un animal diferente cada día: un castor, una tortuga o un oso polar.
El oso polar me muerde, me mira y advierte de un peligro que no comprendo.
¿Qué tendrá que hacer un oso polar, me pregunto?
Me mira sin hablar, los osos polares no hablan, recuerdo.
Veo mi rostro en una grilla cuadriculada, cada pequeño cuadrado de la grilla se dispersa como polvo en el viento, el oso sigue mirando.
Las distintas partes de una misma cosa podrían significar una imagen, un recuerdo tergiversado por el optimismo, o un acorde disonante en una extraña película.
Me escucho hablar unos segundos después de mover los labios, no hay ruido ambiente mas allá de mi voz, y el oso polar se acerca otra vez y muerde, o duerme, o muerde durmiendo, o muere durmiendo, o duerme muriendo.
Estoy en este mundo, pienso, el oso habla, le digo que no tiene razón, que soy otro, y me habla nuevamente, le repito que soy otro, parece creerme y se va.
Me quedo solo, el sol resplandece, pienso, es temprano, el policía me perfora una costilla con el bastón, me habla, no le entiendo lo que dice, pero creo que no quiere que siga donde estoy, le digo que ya me voy, que ya me voy, que me voy, le hablo al bastón que resplandece con el brillo del sol, el de cada mañana. Ya me voy.
Es complicado dormir en una plaza, o morir durmiendo, o dormir muriendo.

jueves, julio 02, 2009

As I grow balder (o "El pasado en el espejo")

Una estrella, un triángulo, y su cara.
Una estrella, un rombo, y sus brazos.
Una sonrisa blanca, un aroma inconfundible, una canción olvidada.
Una mano y una frase, y otra mano, y mis dedos pequeños, o gigantes los suyos.
Y veo mis ojos en un espejo, gordo y feliz, desnudo y feliz, con mamá al lado mio, vistiéndome.
Detrás de ella la cuna, el móvil de figuras que pende del techo, y algún oso de peluche que se confunde entre las sábanas, hundidas en la blancura del día que entra por la ventana.

Me veo al espejo, gordo y cansado, con manos gigantes, sin mamá cerca, y con una cuna detrás mío, con varios peluches que se confunden entre sábanas gastadas con un color de otro tiempo. Madre no está cerca, “La abuela Chechu”, como le dicen los chicos, no esta más para cambiarme, para decirme que es hora de “tomar la leche”, ni para revisar con esa mirada tan estricta las notas de la escuela, mucho menos para llamarme trescientas veces al día para preguntarme si Miguelito ya camina o la recién nacida Estelita está bien y necesita algo. Que grande la vieja...

Una estrella, un triangulo, y una mancha de polvo en la pared.
Una estrella, un rombo y la ventana con un vidrio roto.
Mi sonrisa leve en el espejo, mis lágrimas de hijo tardío, y mil quinientas palabras que no fueron dichas. Peor que haber sido un boludo es asumirlo y no tener chance de corregir la boludez que de algún modo nos atormenta, “cabeza fresca” diría la vieja, con justa razón, y sentenciaría con un beso en mi cabeza toda su sabiduría de madre eterna, de ser comprensivo y claro, sin embargo...

No puedo recordar aquella canción, algunas notas llegan borrosas desde esta memoria contaminada por la vida de un hombre de ciudad, de un “Gordo Citadino Hiperactivo” como dicen los muchachos entre cervezas y maní los viernes por la tarde.

Una estrella, un triángulo, y la puerta que se abre y entra mi mujer, que me mira y me dice algo, que le respondo y me deja solo, que se escucha un leve portazo en la planta baja y el ruido del motor del auto de mi primo, que la casa ya esta prácticamente para la venta, que no quiero saber más nada ni verme más en este espejo que acabo de romper, que la sangre de mi puño mancha la sábanas y el suelo, que se hace de noche y van a preguntar por mí, por el gordo, y van a preguntarme por la vieja, y qué les voy a decir...

Que la quería y nunca pude decírselo.

domingo, junio 07, 2009

Inter-textualidad iterativa (o "deja vu " literario)

En una reunión -hace relativamente poco tiempo- comenté una vieja sensación ante una ronda de amigos, algo que me hubo sucedido cuando iba yo en ómnibus hacia mi lugar de trabajo una mañana de un día cualquiera de la primavera anterior.
En momento en que el ómnibus estaba por llegar a una esquina, escuché una explosión proveniente de la calle, como si hubiera reventado un neumático de algún automóvil cercano.
La explosión pudo haber sido estruendosa, o no, lo importante es que fue lo suficientemente ruidosa como para desequilibrar mi atención. Algunos minutos después me encontraba en la calle caminando, en un momento de la caminata, de pronto tuve una sensación, porque la realidad es que fue primero una sensación, luego una idea, o varias.
Puede resultar extraño 'a priori', pero tuve la sensación de que en el momento de la explosión mi realidad pudo haberse bifurcado, que en algún lugar estaba yo en medio de la explosión del ómnibus, conduciéndome hacia una muerte inevitable, y del otro lado, en la realidad que me llevó hasta este relato, caminando por la calle, pensando en esa extraña posibilidad donde coexisten dos realidades posibles.
El aspecto triste del asunto (o quizá el resguardo de toda posible cordura) -según interpreté aquel día- fue el darme cuenta de que no existe forma alguna de probar si mi sensación tiene un reflejo en este universo, si es que hay distintas realidades donde diferentes versiones de uno mismo tiene lugar , y por supuesto, donde cada uno tiene únicamente conciencia de si mismo y no de sus otros “clones” de las realidades paralelas.
Esta idea tan peculiar hizo que uno de los asistentes a la reunión que mencioné antes comentara que leyó alguna vez un libro de Paul Auster, donde al personaje principal le sucedía algo similar a lo que yo acababa de relatar.
La novela se llama “La noche del oráculo”, de la cual por respeto al lector de este post no adelantaré nada sobre la trama.
Solo me permitiré mencionar que el libro, por esas cosas de la literatura, esta relacionado de algún modo con “El halcón Maltés” de Dashiell Hammett.
De este modo, luego del ruido de la explosión, la reunión con mis amigos, la novela de Auster, y la de Hammet que estoy leyendo en estos días, concluí varias cosas. La primera es que cierto tipo de locura se contagia incluso a través del tiempo, mediante una conexión invisible entre realidades posibles, realidades concretas, experiencias transmutadas en palabras y letras imprenta transmutadas en posibles realidades, y así de vuelta a empezar. La segunda conclusión es que ciertos hechos de nuestra vida están relacionados con los libros mucho más de lo uno podría creer, a tal punto que para cada experiencia de nuestra vida hay algo escrito sobre eso, y que para cada libro escrito hay alguna persona que vive de algún modo aquello que algún personaje de la novela de alguien más ha vivido hace tiempo, y cada vez que alguien lee las páginas que cuentan aquellas experiencias congeladas en tinta sobre papel.
Brindo por Hammet, por Auster, y por cierto tipo de locura que hace que estas palabras quizá ya hayan sido dichas por alguna otra persona, en un tiempo anterior o en la novela de alguien más.

domingo, marzo 15, 2009

Yo tengo un amigo que se llama Guillermo

Hay personas que demuestran con cierta facilidad sus emociones, que claramente se les nota cuando están de buen tino, y saben mostrar cuando no debe acercárseles nadie que no quiera salir herido. Saben transmitir y compartir sus estados de ánimo.
Los que no me conocen bien pueden pensar que no soy de esas personas, aquellos que si me conocen están seguros de ello (risas).
Podrán preguntarse a que viene este post tan particular, es que tengo un amigo -todos tenemos amigos, no es un hecho novedoso- que hace unos días defendió su Tesis de Licenciatura en el contexto de una carrera científica.
Los que estudian ciencias y tienen que vérselas con la necesidad imperiosa de trabajar para poder subsistir saben el costo que eso implica, las horas de estudio, los eventos sociales que deben descartase en pos del estudio necesario para superar asignaturas, y los diversos etcéteras que involucran la decisión de haber emprendido un camino que no es de los mas fáciles.
Mi amigo defendió su tesis (reiteración explícita), el último peldaño de una carrera difícil, donde no todos los que la comienzan llegan.
Y a través de este post quiero expresar mi alegría, mi orgullo y admiración (como bicho de imprenta que soy).
Porque conozco de su vida, se de las vueltas donde es mas fácil bajarse que seguir, donde es más fácil excusarse por la vida que le ha tocado a uno que elegir seguir avanzando, donde podría verse como un sinsentido dejar de lado ciertas cosas en pos de algunas otras con un retorno de inversión con poca visibilidad inmediata.
Brindo por la búsqueda por ser mejor persona cada día, por tener en cuenta a los demás, por demostrar día a día en las acciones cotidianas la hombría de bien que muy pocos tienen.
Por la integridad y la coherencia, por el honor bien concebido, brindo por mi amigo Guillermo.

jueves, marzo 05, 2009

La vida es maravillosa, y otras estupideces que solemos escuchar (post ácido)

Hablando desde su experiencia personal o desde una posición naive pseudo optimista esta lleno de personas que dicen "esta vida es maravillosa", ¡Cuántas veces oimos eso!.

Escucho un coro enorme diciendo "pero déjense de joder, maravillosa las pelotas", es facil decirlo desde la perspectiva umbilical de uno mismo, pero en pos de ser un poco sinceros y respetuosos con los demás ( pues sin los demás no somos nada, claramente), debiéramos ser un poco mas cautelosos al decir tales cosas; embadurnarnos de lugares comunes y un romanticismo de dibujo animado no nos lleva más que a un lugar de ridículo importante, que tristemente nos han enseñado a ejercer desde muy pequeños.

Pensé de pronto en la gente de Darfur, la gente de Tartagal bajo el barro, los hijos de quienes enseñan que la violencia es la única forma de vida, los padres de quienes han perdido hijos de maneras inesperadas y aberrantes, en tantas formas distintas de padecer situaciones que nos cambia la perspectiva de la felicidad, el sentido de la vida y de las cosas en general.

Pero "la vida es maravillosa" proclaman algunos, como si entendieran algo...le creo al irónico, al artista que usa esa frase como excusa para contar algo real y difícil de vender, pero no a los pelotudos de turno, no a quienes parecieran tomar fluoxetina en exceso con el desayuno.
¡¡¡La vida!!!!!, ¡oh!,¿ Un conjunto multidimensional de escenarios que no llegamos a comprender del todo, una intención, una posibilidad?

Variopinta seguro, pero bella, lo dudo.

Dudo en la belleza absoluta, no descarto los pequeños oasis de felicidad, donde de pronto nada malo existe, pero eso no es la vida, son solo momentos.

Si creo en las actitudes de superación, en "poner el pecho" y no claudicar ante la adversidad, pero no es un deporte muy expandido por estas tierras...es mas fácil verse derrotado, asumiendo que la vida nos castiga, que un perro nos mea desde muy alto.

Seamos dignos, respetemos, tratemos de dar lo mejor de nosotros, de pensar en el otro, y de no ir por el mundo irresponsablemente.

La vida "es", maravillosa o no depende del contexto y de nuestra percepción; podemos ser tan ficcionales como querramos, pero una cosa es ser ficcional y otra caer en la pelotudez.

Busquemos esa integridad que hoy esta en desuso y que pocos proclaman, seamos humanos, pero en serio.

miércoles, febrero 11, 2009

Todos buscamos

El hombre la mira, ella también, el habla despacio, con el aire de quien conoce hace años a quién tiene delante, con la tranquilidad de saberse en una compañía garantizada por el paso del tiempo y las desgracias que de tanto en tanto unen a las personas.
Las dos jovencitas de la otra mesa charlan , con cierta complicidad en las miradas, no la de los años, sino la de intereses comunes, esa inmediatez que de pronto hace amigos entrañables, aunque luego los intereses personales y las bifurcaciones de nuestros destinos prefabricados nos alejen de quien hasta hace poco fue un confidente tiempo completo. Y charlan sin mirarse demasiado, con la vista en algún lugar del techo o algún recoveco de la memoria cuando se intenta rescatar una imagen, una persona, una lágrima o la sonrisa desesperada que tanto nos divirtió. Y gesticulan enmarcando los vasos ya vacíos en una mesa huérfana de atención, tratando de explicar algo, no se qué, no se escucha del todo claro, pero es evidente que tratan de explicarse algo.
Miro un teclado, mis dedos, y pienso en lo que pienso siempre cuando escribo sobre estas cosas, que al fin de cuentas todo es una búsqueda, una búsqueda que esconde decisiones y algo de historia, dudas y algo de futuro incierto, algo de sabor a canela y un aroma a abrazo reciente, a cálido resplandor de una mañana en compañía, a sudor luego de pasiones exaltadas y exageradas por el hambre, por la intensa necesidad de encontrarnos, de ser alguien a cada paso, alguien que buscándose se encuentra.
Mi mesa también está huérfana de atención, pero no me importa, dudo que a alguien realmente le importe cuando se sienta en un bar y espera, pues el café no es más que una excusa para esa búsqueda cotidiana, que tiene forma de bar, de estación de tren, de llamada de larga distancia, de espera interminable en una sala de partos, de agonía incesante ante un adiós irreversible.
Las dos personas que antes se miraban y charlaban un diálogo de hace años ahora no están, las jovencitas que trataban de explicarse no-se-qué parece que pudieron hacerlo, o no, ya que una de las dos está llorando, la otra intenta un consuelo de abrazo tímido, unas palabras escuetas y una caminata lenta hacia la puerta.
Entran más personas, se van otras con sus historias a cuestas, algunos las llevan en forma de paquetes, libros o una espalda curvada de tanto peso, otros simplemente tienen una sonrisa tatuada, inmutable, pero todos llevan algo, de algún modo reconocible.
Se hace tarde.
Mi taza está vacía, el sol esta cayendo, sigo en este bar, en mi búsqueda que tiene forma de imprenta, de sueño o de recuerdo, que son prácticamente indistinguibles entre sí, y parto.