lunes, diciembre 24, 2007

fucking christmas

Din, don, dan, suenan las campanas, Santa Claus o la versión que corresponda al país en cuestión nos visitará con el afán obsesivo de hacer regalos y de meterse por una chimenea que pocos poseen. Para quienes no tienen hogar la situación obliga a ser más creativos a los encargados de mantener la tradición.
Padres han dicho en su mejor intento por evitar fantasías destruídas que “Papá Noel este año no pudo visitarnos, porque tenía mucho trabajo”, eso nunca conformó a los niños que estaban ávidos de una noche diferente, donde algo más poderoso que sus padres viniera y -aunque invisible- les trajera algo de aquel mundo que ellos veían tan lejano, aquella muñeca, ese camión con soldados, o esa consola de videojuegos de última generación.
Y en el mejor de los casos lo que estos niños obtienen es un regalo algo diferente al que pidieron y un “tal vez Papá Noel no entendió bien tu letra”, y las versiones posibles que justifiquen una imposibilidad real confrontándola con la posibilidad mágica, que está más bien lejos: “Tal vez el año que viene te traiga el regalo que pidas”, tal vez, tal vez, tal vez.
Cierta vez nació Jesús, y se fundó una iglesia alrededor de sus obras y hechos. La inercia comercial alrededor de esos hechos, cual capas de cebolla han envuelto tanto a la concepción primigenia, que uno ya ni sabe que festeja o por quién brinda, que la familia, los deseos de prosperidad ...mientras un villancico perdido en alguna emisora radial minutos antes de la medianoche sentencia a modo de juez anónimo, que todos estamos equivocados, que la navidad es otra cosa.
Es navidad en cientos de países, donde llegó el pié del vaticano bendiciendo a los pueblos originarios a fuerza de sangre y una fe impuesta, pues este es tu Dios y debes rendirle tributo.
Cierto es que tratar de explicar algunas cosas se vuelve complejo cuando la vorágine de lo que uno trata de explicar nos involucra de modo tal que no podemos escapar, cuanto menos se dificulta la toma de distancia para tratar de comprender ciertos fenómenos. La navidad trae consigo un colorido concierto de eventos e ideas que chocan con lo cotidiano de los que como yo, tratamos de evitarla, al menos de evitar su sentido mas hipócrita.
Desde pequeños nos acostrumbran a festejar, a fes-te-jar, cuando en los momentos donde se nos graba la tradición, difícilmente comprendamos la idea de festejo, mucho menos cuando lo que se festeja es algo que no entendemos del todo.
Caemos víctimas de esa rueda que nos lleva consigo a su paso, que impide que pensemos del todo si realmente es lo que queremos hacer, si compartimos algo de todo esa tradición que se nos ha impuesto como pueblo, como individuos que pueden pensar y separar la paja del trigo.
Vamos creciendo y las fiestas se suceden con parientes que queremos, parientes que no queremos, desconocidos y toda combinación posible de personas y circunstancias.
Nuestros padres festejan porque así lo aprendieron, y así nos lo enseñan.
Luego los festejos de la niñez quedan atrás, en los años donde quisiéramos volver u olvidar, depende del caso y el paciente.
Luego los parientes se van yendo en viajes sin retorno, por avión o alguna enfermedad que los aqueja, o simplemente de viejos, que a todos nos toca.
Las familias se bifurcan como caminos, la gente se enemista, las ganas decaen o se renuevan.
Y las publicidades llaman al festejo de la familia feliz, a la estereotípica reunión familiar donde reina la armonía, esa armonía que no es de este mundo, al menos no pertenece a la mayoría que lo compone.
Y a cada paso en la ciudad nos invaden los símbolos navideños, las modelos en tapas de revistas con gorros rojos y blancos, árboles de tradiciones prestadas con nieve falsa, y las promociones navideñas.
Todo va bien hasta que alguien nos pregunta “¿Vos con quién pasás Navidad?”.
Ahí todos los años de festejos, todos los rostros faltantes, las tristezas pasadas y presentes confluyen el un típico “ Todavía no se”, en el mejor de los casos, o cuando el que pregunta no estaría dispuesto a escuchar o entender el trasfondo de las mil circunstancias que hacen que no querramos pasar navidad con nadie, y en última instancia no festejar.
Y todos asumen un festejo, como quien aprende una tradición sin cuestionarla. Como soldados de una guerra prestada vamos en fila, hacia un lugar harto visitado, donde llegada la hora nos preguntaremos mil veces que hacemos allí, obviamente la respuesta no estará al alcance de la mano.
Copas llenas y un anhelo poco explicable, de querer no ser, no estar ni necesitar nada, sin voz ni ecos de saludos obligados.
Feliz serás pues así debe ser, y feliz habrás de honrar aquello aunque no estés de acuerdo ni comprendas el porque de su existencia, en última instancia reinventarás los motivos y de todos modos levantarás la copa en nombre de alguien.
Sino tienes ni copa ni alimento no importa, será que no cuentas en esta historia, pero no te preocupes, que bienaventurados son los pobres, pues de ellos es el reino de los cielos.

8 comentarios:

Xi dijo...

La verdad es que por estas fechas también me siento a menudo, demasiado a menudo, como el grinch, frente a una navidad de papel crepé y plástico, con villancicos de utilería y codazos de toda hora. Las ironías de una navidad consumista.

Sueño en que cuando tenga hijos podremos partir a la montaña, y hacernos todos los regalos el día de reyes, para huír de la neurosis. Y con los grandes, poner esta regla: no darnos nada que cueste dinero, no darnos nada que no sea significativo. Tiempo, buen humor, compañía, cosas así. Pero debo ser muy jipi. Así que espanto el sueño y pago los aros de plata para mi mamá.

Un abrazo (gratis, gratis, gratis)

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...

Asi que no se aceptan criticas...

Alejandro Gomez dijo...

hola Cronopio:
críticas se aceptan, pero no de alguien que dice no haber leido el texto completo :), y con fundamentos blandos....

Cronopio dijo...

No me parece fundamento blando la experiencia del lector, despues de todo, para algo escibis y publicas, para llegar a alguien. Bueno, a mi no llegaste. Muy lindo el discurso, y no creas que no comparto opiniones, solo digo que el texto es aburrido, trabado, lento. Un texto sobrecargado que no me invita a seguir leyendo. Hice un esfuerzo para terminarlo, para tener autorizacion a publicar mi comentario, si es que sos capaz de sostener la critica..

Alejandro Gomez dijo...

cronopio:

sobre gustos....

Te invito a que leas un poco mas de los posts que hay en este blog ;)

Anónimo dijo...

Bueno, a ver...

Xi dijo...

Sólo para decir que los cronopios no somos todos iguales...

Y que ya va siendo hora de que cambies el post de navidad, te extrañamos, aunque no sean textos compartidos...

Un abrazote grande.