lunes, abril 02, 2012

Un pez en la mano

Un pez dorado se zambulle en tu vestido, es el indicador explícito de tu deseo.

Sabés bien que el mar está lleno de peces que no te satisfacen, y queres de pronto un pez con cara de popstar, para comer, para beber.

Querés un mono africano hablando etíope, que te diga lo puta que sos, que no entiendas nada, pero aun así mantengas la sonrisa, still, still, frozen smile.

Mi casa es tu casa, mi mundo es tu horrendo mundo, tus cicatrices son el reflejo cómico de las mias, y aun asi, pedís más, y prometés al pedo.

Tu tierna piel escapa a las manos, y a su vez las busca desesperada, querés llenar el vacío: un dinosaurio no entra en la habitación y lo sabés, y el hueco que ves en tu alma es un agujero negro.

Si, tenés razón me decís, tenés cambio me preguntaste después, y te fuiste, escapaste lavando las baldosas con el escapismo cobarde de tus suelas, y aun así te crees digna.

No va la luna al cantaro a romperse, ni el amanecer se gana por estar despierto, sabés que una tarde no alcanza y que una noche puede ser demasiado.

Quiero cantar, decirte al oído lo que me encanta de vos, y sin embargo lo sabés, y desarmás la estrategia, y no me das mas opción que invadirte, que ir al ataque, mientras contenta recibis cada balazo.

Puedo contarte que es tarde y tu sonrisa no se va, que el amor es una mueca triste de estos días, que mi alma esta en receso y que me estoy cansando.

Pero quizá me olvide y no recuerdes que había cosas para decir. Quizá te olvides de tantas cosas, quizá la noche sea demasiado obvia como para registrarla.

Ojalá un dia, ojalá el cielo, ojalá buenas tardes, buenas noches y por que sí. Ojalá llueva, en mi habitación.

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