miércoles, marzo 22, 2023

La verdad no te pertenece

Expresar eso en palabras, ni siquiera llega a ser como capturar el agua del mar con cucharas. Hay una dimensión que excede la palabra, y los gestos, incluso la experiencia humana. Se reconoce el frescor de lo nuevo, si, y el ardor de lo que no quiere desprenderse, el viejo amigo que te miente para que te siga atrapando. Las diversas fases del mi-mismo que alguna vez habitó el cuerpo que a veces escribe, pero que siempre observa, se han cansado hasta la sangre, de enfrentar esos ojos esquivos, esas mentiras que se olfateaban de a kilómetros. Hoy me encuentro en un lugar muy especial-he pedido ayuda, también. - he transmitido la información con corrección y con respeto por los hechos. He recibido del mundo humano gran parte de su caldo de cocción: indiferencia, imposición, violencia, indiferencia por la realidad de mi esposa e hijas. He recibido palabras mediocres de gente más mediocre aún. He visto al mundo pequeño en los pequeños hombres y mujeres que se cruzaron en mi camino para mostrarme su pequeñez, desde la aparente grandeza de sus mezquindades, desde el aparente poder de saberse en capacidad de ayuda y desde la aparente incapacidad de reconocerse uno en el otro, viendo que si tengo hambre, el hambre es tuyo y de todos. Si mis hijas tienen frío, toda la humanidad tiene frío. Parece que hay que vivir una inundación para entender el valor de la vida, parece que hasta que no se nos muere algún pariente de cáncer no nos cae la ficha de los errores de apreciación desde el sesgo de la comodidad falsa de no querer/poder ver a los otros en la dimensión que cada uno viva la realidad. Elegí la verdad, y me criticaron, elegí ser uno más, y me mandaron a trabajar, pidiendo ayuda para alimentar las piernas, que precisaban caminar, el cuerpo precisaba andar, y un mundo de seres olvidados precisaba el recuerdo de los negligentes, que alguna vez miraron al costado cuando alguien les dirigió la mirada, o una palabra. Una vez una mujer me negó agua. Una vez una madre mintió sobre la paternidad de un hermano. Una vez un hermano murió. Una vez la distancia ha dejado ciegos a quienes no saben escuchar con el corazón, y han pagado, o pagarán, debidamente. Una vez me dijiste que no, le dijiste que no a mis hijas, a mis bebés pequeñas. Una vez te creíste más que yo, consideraste que tu punto de vista, tu cuenta en el banco y todas las mentiras de tu vida avalaban que osaras decirme que la receta para mi vida eran tus arbitrarias imposiciones, tu pequeño punto de vista de una vida que no has vivido y de una dimensión profunda que no estas ni preparado para experimentar sin que colapse tu integridad. Una vez te olvidaste de aquello que alguna vez viviste, una esencia que obviaste, y defendiste tu confort por sobre tus valores, por sobre tus convicciones sobre la vida. Una vez te convertiste en todo lo que alguna vez criticaste de la sociedad como conjunto e incluso el comportamiento de otros. Antes de pensar que tu visión es superior -solo porque tu cuenta de banco te permite ir al supermercado cuando otro quizá está debatiéndose entre el hambre y el frío, porque algunos otros mediocres y pequeños seres, actuaron pensando también, que eran superiores y que sus armas o uniformes le dan la entidad que no poseen-mírate las manos, mírate al espejo y recuerda la última vez que estuvimos juntos, nuestra conversación. Recuerda todo aquello, si, todo, recuerda. ves? ves? Te convertiste en un arlequín de lo que consideras valioso, por sobre la vida, por sobre el amor. Has entrado en una dimensión de desconexión que solo se comprende con el tiempo, con experiencia y con el choque de la sorpresa, y el dolor, sí, incluso físico. La ignorancia y la indiferencia se pagan con verdad, y no se puede escapar. Lo que niegas, te transforma al punto de que jamás osarás pensar que eres más que otro, o que tu verdad determina el deber-hacer de NADIE. No hay sugerencias. Este es un acto meramente informativo. Estás avisado.

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