sábado, agosto 18, 2007

Recordame que te escucho

Era parco el tipo, no hablaba mucho, pero escuchaba buena música.
Y asi el recuerdo actualizado por una melodía pule las aristas de lo que pudo convertirse en un recuerdo catalogado dentro de las personas que hemos conocido sin más, así, sin más, ni siquiera pena.
Hay un sin embargo.
El tipo escuchaba buena música, aquella mujer sabía lo que le gustaba aunque haya sido bien perra la muy perra, era un hijo de puta el otro pero traía buenos discos de Jazz, hay un recuerdo morigerado.
Y así un buen momento y una sala inundada de música tiene raíz en aquella persona que conocimos o fue circunstancia y cosa cotidiana, amigo o enemigo, pero cercano, tanto como para influenciarnos o hacernos partícipes de esas tiranías livianas que resultan del hecho de poner un disco y que los demás escuchen. Los demás nosotros, los demás ellos, los demás en el tiempo que nos influye e influimos sobre otros.
En circunstancias donde mayormente se olvidan las referencias, y un tema ya no nos recuerda a ese alguien que nos deslumbró con un gusto refinado, con alguna preferencia inesperada o una diversidad que jamás hubiéramos previsto, el autor y su obra pasan a ser patrimonio nuestro, como si desde la cuna escucháramos a Coltrane ; y miramos raro a quienes jamás escucharon a Miles, increíble, inusitado, aunque hayamos oído hablar de ellos hace un mes, y nos resulte imperdonable el no haberlos conocido antes. ¿Donde estaba yo en los 30' , en el flower power y el estruendo seductor de un acorde de Hendrix?
Y no nos perdonamos, podríamos eternizar la lista de aquellos a quienes no escuchamos jamás y hoy desconocemos.
Y el tipo era un hijo de puta, pero que buena música escuchaba, aunque no lo recordemos siempre.

Luego están quienes no escuchaban nada, sin gusto alguno por ninguna melodía, con suerte están en la memoria, con suerte están vivos.

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