martes, agosto 14, 2007

Objetos Perfectos

Encuentra la lámpara en la mesa, estática, parece estar mirando hacia abajo, personificada.
Cada pequeño objeto ha quedado en el mismo lugar en el que ha sido dejado horas atrás, esas revistas que prometió hojear tantas veces y que por eso mismo no son guardadas en la pila mayor, ese viejo retrato que muestra un rostro joven que mira a quién detrás de la cámara la amaba en palabra y en hechos, que así es la historia del abuelo fotógrafo y la abuela joven modelo de retrato.
Se sienta en esa vieja mecedora heredada y con el rechinar del mimbre repasa rítmicamente con la vista la mesa, el florero, ese viejo cuadro de autor desconocido, la televisión apagada, el ventilador de techo que en invierno no gira, la tenue luz que entra por el hueco que permite una cortina sobre ese ventanal enorme que da al patio.
Y la silla rechina, y los objetos son amigos, son lo cotidiano y lo controlable que no necesita ser controlado, un libro, una lapicera, entidades maleables, dependientes para el uso propuesto, independientes para estar inactivos, sin requerimientos ni novedades.
Y el aroma esperado está donde tiene que estar, las texturas familiares, el cuero del sillón, la forma automática que cobra el apoyabrazos bajo su codo, las arrugas en las cálidas manos, la taza humeante de café recién preparado y el sonido del metal de la cuchara contra la porcelana.
Un cigarrillo y el recuerdo, se mece en memorias lejanas, se deja enroscar por ese humo azul , bendice cada día con sus abuelos, cada charla en las tardes cuando las manos y la vista podían poco, cada visita a la casa paterna con algún inesperado regalo, el día que dejó de verlos y un hoy lejano, demasiado.
Le caen lágrimas.
Ya es la hora en que los demás llegan, los objetos perderán el color o adquirirán otro, y el sol se escapará tras las cortinas.
Cada recuerdo es perfecto, esa es la tarde que procura y repite, como quien elije un buen escocés, o un buen habano, solo objetos y recuerdos, perfectos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la memoria y los recurdos, el unico tesoro que nos queda, por siempre...